El panorama en que nos desenvolvemos en la región, hablando de los países vecinos, otros de más arriba en Centroamérica y el nuestro en particular, no es nada alentador pues de diferentes maneras prevalecen factores contradictorios en lo que corresponde a lograr entendimiento entre partes, clases sociales, los gobernantes, organismos militares y/o policiales e instituciones diversas en la representatividad de la comunidad.
Por donde se vea las cosas hay una abierta crisis de entendimiento que se complica en algunos lugares, en la medida que los actores de hechos antagónicos en sus posiciones no logran avenir criterio, limar asperezas y lograr condiciones favorables de diálogo para sellar un avance de conciliación.
Las condiciones que prevalecen a nivel general casi mayormente tienen que ver con aspectos socioeconómicos, injusticia social, predominio de sectores muy empobrecidos y a la inversa minorías privilegiadas del entorno político que domina la vida y hacienda de quienes usufructúan del poder partidista.
La situación de forma es que algunos gobernantes buscan culpables allí donde las condiciones no son propiamente externas, pues esa muletilla de atribuir todos los males al "sistema capitalista", queda neutralizada cuando se observa que son más bien complejos problemas internos que alteran la convivencia pacífica y provocan reacciones que mueven las bases de una supuesta manera de compartir solidariamente los problemas. No es cierto, hay partes en pugna que reclaman mayor justicia, menos corrupción y mayor decisión en ejecutar los planes que sirvan a los más necesitados.
El tema sociopolítico va por ahí, con más o menos presión, en algunos casos con reacciones humanas que están llegando a extremos, debido a carencias que no son solucionadas y que se complican día que pasa, mientras se insiste en mostrar un modelo revolucionario que ha dejado de ser tal, por la realidad vigente que inocultablemente está transformando ideologías que no suplen necesidades de alimento, seguridad, salud y tranquilidad ciudadana.
El problema ya no pasa por dar crédito a discursos altisonantes y antisociales que no están siendo entendidos en la justeza de los hechos, es decir ya no se puede "tapar el sol con un dedo", las cosas son concretas y las deficiencias de gobernancia donde más bien afloran, soberbia, intolerancia y con una gran dosis de corrupción involucrando a mucha gente de entornos gubernamentales, están copando la atención ciudadana que entiende el cambio y lo que es peor, lo siente.
Manifestaciones, ayunos voluntarios, bloqueo de calles y caminos, reclamos frente a ciertas medidas incumplidas, es parte de un modelo que con algunas variantes y en función a las demandas de diversos sectores, igualmente alteran las reglas de juego que rigen en cada país, región, ciudad o comunidad. Lo evidente es que son más los problemas que las soluciones y por lo mismo las reacciones están a la orden del día.
En el caso boliviano hay que reconocer que las cosas no son peores, si algo se puede reconocer es la vigencia de una economía que teniendo un buen colchón está resistiendo los vaivenes de precios de materias primas, la fuente más importante de exportaciones y del movimiento de nuestra economía, aunque hay que reconocerlo, es el punto neurálgico de nuestra dependencia financiera.
Hay que insistir en la aplicación de medidas realistas, objetivas y concretas, haciendo que se cumpla ese compromiso de "gobernar escuchando al pueblo" y esa es una tarea que de cumplirse, podría eliminar muchos problemas que afloran todavía por la crisis de entendimiento. Escuchemos y hablemos para entendernos.
Fuente: LA PATRIA
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