Viernes 30 de abril de 2010
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Por supuesto que no hay nada más tentador que un ofrecimiento de crédito a largo plazo y obtenerlo en las condiciones más rápidas y sin complicaciones, especialmente en la parte que se refiere a la calificación de solvencia y las garantías exigidas por el sistema financiero nacional.La mayoría de los bancos y otras entidades financieras compiten en ofertas de créditos de todo tipo, desde los más usuales y que son de cierto límite, llamados de consumo y que se pueden otorgar a sola firma o aquellos de mayor volumen que puedan permitir la compra de inmuebles o motorizados de última factura, pasando por otras ofertas interesantes como las de equipamiento de oficinas, refacción o amoblado de viviendas, adquisición de equipos de computación u otros que son de necesidad en el tiempo actual… en fin la oferta publicitaria es intensamente difundida en variados medios.La otra parte que sirve de anzuelo para ciudadanos con medianos ingresos es la relacionada con los anuncios de “bajos intereses”, garantías mínimas y trámites en 24 horas. Con cierta seguridad económica de ingreso familiar es posible acceder a esa tentación de endeudarse para mejorar las condiciones de vida en familia y en el hogar.Hay otras líneas de impulso financiero para sectores como de los micro o medianos empresarios, exclusivamente para el fortalecimiento de talleres, adquisición de máquinas o materiales, ampliación de negocios con la proyección de industrialización y exportación, con las actuales condiciones de oferta hay de todo para elegir en el “mapa financiero” de cada distrito.Pero todavía hay un sector que difícilmente podría acceder a las opciones abiertas en el sistema financiero, es el de los trabajadores asalariados que tienen pocas posibilidades de “calificar” para tener créditos y quizás cambiar su condición de dependiente para convertirse en pequeño productor o sumarse a la corriente no siempre positiva del comercio informal.Lo cierto es que hay realidades ocultas en la condición económica de la gente, mientras por un lado se asegura la vigencia de una economía bonancible y con respaldo de las macro cifras que cuenta el Estado en bancos extranjeros y que son un respaldo de garantía para armonizar la economía nacional, hay en el otro límite social un gran contingente de personas, posiblemente en mayoría, que se debaten con míseros salarios o peor aún sin empleos permanentes de ahí que sea una “constante social” la gran diferencia entre los que viven bien, los que lo hacen regularmente y los que sufren para sostenerse.Se califica a Bolivia como “un país de contrastes” y la referencia tiene relación con la actividad turística, es cierto, pero en el fondo del asunto que tratamos en la presente ocasión el contraste es muy claro a la hora de confrontar un bombardeo de ofertas para hacer realidad el anhelo de mejorar la vida diaria a crédito y la de vivirla con el límite de recursos, generalmente en la franja roja.Nuestro país tiene esas cosas extremas, lo bonancible que se desprende de las condiciones abiertas para optar a créditos de todo tipo y con muchas ventajas, aunque algunas difieren de la teoría a la realidad, o la otra que es sólo de esperanzas y de paciente espera para entrar al ritmo de cambio que se anuncia políticamente en nuestra Nación. Todo es cuestión de oportunidades y posibilidades reales.
Fuente: LA PATRIA