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En España se comenta la presencia de candidatos de la polÃtica y de miembros de los principales partidos en programas de televisión de gran audiencia. Tras bailar al ritmo de una popular canción con el presentador de El hormiguero y otros trabajadores del programa, besó la cabeza calva de uno de ellos y dijo: "a ver ahora cómo explico esto en casa".
El presidente, Mariano Rajoy, participó en ¿En tú casa o en la mÃa?, en el hogar del conocido BertÃn Osborne. Hablaban "de todo" sentados en el sofá o mientras hacÃan como si cocinaran. Quizá pensaban en John F. Kennedy cuando hablaba a las cámaras desde su salón, con la chimenea de fondo, como si estuviera en el cuarto de estar de doscientas millones de personas.
Ahora, muchos ciudadanos buscan el cara a cara, la agilidad a la hora de explicar temas complejos, la capacidad de responder a preguntas no pactadas. Pocos candidatos inspiran confianza en estos formatos con su lenguaje no verbal.
En campañas recientes, los polÃticos han empezado a servirse de las redes sociales para llegar a nuevos votantes, sobre todo a los más jóvenes, que muchas con frecuencia representan gran parte del voto indeciso o cambiante. Llegan, una vez más, pero se encuentran como pingüinos en tierra a diferencia de polÃticos como Barack Obama, de quien pueden aprender polÃticos de medio mundo que recurren al populismo televisivo y de redes sociales sin dominar el medio. El presidente de Estados Unidos y su equipo de asesores han dominado el arte de comunicar: no lleva papeles ni lee en sus intervenciones, mira con firmeza pero muestra calidez en los momentos clave, se muestra cercano, sabe utilizar slogans potentes sin parecer cursi y adapta el mensaje al medio que va a utilizar.
El binomio polÃtica-marketing cobró especial fuerza en Estados Unidos, donde los estrategas de las campañas se dieron cuenta de que, para arañar votos indecisos, habÃa que recurrir al marketing: vender al candidato. En muchas ocasiones, el fin justificaba los medios: se utilizaron hate campaigns (campañas de odio) con mensajes cargados de mentiras para infundir miedo en el electorado: "si votas a los demócratas, saldrán de la cárcel los violadores y los asesinos". Por eso no podemos limitarnos a criticar la forma de comunicar de los candidatos. Hay que permanecer atentos al mensaje en sÃ, fundamental en la comunicación. El resto es humo de sofistas.
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