Parece ya lejano aquel agosto de 1985, pero el 21060 se mantiene incólume. Al anunciar la medida, en tono dramático el presidente Paz Estenssoro exclamó "la patria se nos muere". Los populistas de ese tiempo (UDP) llevaron el país al borde del descalabro económico. Jeffry D. Sachs, el conocido consultor de Harvard, opinó ante la prensa que Bolivia "se estaba hundiendo bajo el peso de una mala administración". Una situación tan grave como ésa, ¿nos dejó alguna lección?
Ninguna. Pasó como tormenta ajena. Hoy se repiten los errores. No se valora el talento humano ni se aprovecha racionalmente la riqueza. Si hasta en los talleres artesanales es necesario aprender el oficio, cómo no y tanto más, si se trata de una alta responsabilidad que requiere preparación y experiencia. Sin embargo, cuando la función pública se convierte en botín político, nadie pregunta qué sabe hacer el aspirante. El que no es profesional hasta siente orgullo de no serlo.
En estos días se difundió la triste noticia de que el futurista Alvin Toffler ha fallecido. Para una personalidad de esa jerarquía, el mundo parece demasiado pequeño. Toffler publicaba cada diez años un solo libro, lleno de sustancia y de claridad. Era de esos hombres que avizoran el porvenir siguiendo las transformaciones de la ciencia y la técnica. En su último libro (1990), El cambio del poder, anunció que se venía otra época. Ya estamos ante el "poder del conocimiento" pronosticado.
Pero así como hay lugares donde aún impera la metralla, también hay países de este lado que siguen un camino de retroceso. Hace diez años esperábamos avanzar juntos hacia un común destino anhelado. Pero no sucedió. Una mentalidad pasional y belicosa se encaramó en el poder para privilegiar el "vivir bien". Como regalo de los dioses les vino a las manos una inmensa fortuna, pero no supieron administrarla; tampoco se dieron cuenta de que asistimos a una época de alta competencia profesional, por lo que nadie puede darse el lujo de ignorarla.
En la quiebra de Enatex una de las causas, acaso la más determinante, fue la mala administración de la empresa. Los obreros salieron a defender el principio de la estabilidad laboral, llevándose por delante a la COB oficialista. Otras empresas estarían en la lista negra; el cierre de Ecobol ya está anunciado. El discurso puede decir lo que sea; los hechos cuentan. A veces, por la traición del subconsciente suele aflorar la intención velada.
No hace mucho, en Diálogo con Panamericana un participante recordó que en las alocuciones oficiales de 2006, se pronunciaba con impavidez la frase "ahora nos toca", y nadie reparó en ella. Sin embargo, definía la estrategia operativa para llenar con gente improvisada la estructura burocrática del Estado. En aplicación de ella, para acceder a un cargo era y es preciso ser, antes que nada, un militante del partido de gobierno. "Una tonelada de lealtad por un gramo de inteligencia". (Banzer).
Pero así nos va, y el bumerang golpea sin tregua.
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
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