No son muchos los dÃas en que se vive un nuevo ambiente de paz en un paÃs que ha sufrido violencia más de cincuenta años, en diferentes grados y en varios niveles de su administración y su entorno interno alterado, ya por las guerrillas o por la fuerza del narcotráfico, Colombia está logrando un anhelo general de volver a la convivencia pacÃfica entre hermanos y amigos del paÃs.
Luego de intensas negociaciones, los esfuerzos permanentes de autoridades colombianas, últimamente una denodada participación mediadora de paÃses y gobiernos internacionales, apoyaron la inclaudicable decisión del presidente Juan Manuel Santos que no decayó en ninguna circunstancia, incluso en penosas circunstancias en que parecÃan esfumarse los acuerdos de paz.
La persistencia del actual mandatario, la tenacidad de su negociación le permitió llegar al punto actual cuando se habla de una clara determinación de las FARC para deponer su belicismo, entregar sus armas y pasar a la vida civil para sumarse a los planes de un paÃs en franco crecimiento que podrá respirar el aire de la libertad, la justicia, la democracia en un ámbito de paz fortalecida.
Sólo faltan cumplir algunos requisitos de orden legal, pero sobre todo otros que tienen que ver con el rechazo de ciertos sectores a dejar en la impunidad a los responsables de muchas muertes de hermanos colombianos, culpables de dañar la integridad de familias de ese paÃs, no serán sometidos al rigor de las leyes, por lo mismo no serán juzgados y quedarán muchos delitos sin sanciones, lo que mucha gente considera como una injusticia con miles de damnificados.
La mayorÃa del paÃs colombiano se inclina por establecer la paz, devolver la seguridad ciudadana, restituir el derecho de vida y crecimiento a buena cantidad de comunas que han estado ocupadas por la guerrilla, alterando derechos y postergando su crecimiento. La paz se extenderá a lo largo y ancho de Colombia, el paÃs cuya población vivió medio siglo de permanente inquietud.
Alegra a los paÃses de la región saber que los grandes problemas siempre pueden encontrar soluciones satisfactorias, especialmente si se trata de preservar la seguridad ciudadana, el respeto a sus derechos y la vigencia de la libertad y justicia, sin que ninguna fuerza pretenda imponer la intolerancia.
Fuente: LA PATRIA
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