Ã?l habÃa visto una niña hasta que los padres le colocaron unas nuevas gafas que le dificultaron cada vez más ver personas en lugar de cuerpos. Esto no quiere decir que los niños no distingan entre bajo y alto, gordo y flaco, negro o blanco. Pero no suelen condicionar sus actitudes hacia los demás en función de esas categorÃas para ellos tan naturales. Hasta que dejan de serlo. Prejuicios, dificultades para relacionarse con otros e incluso con ellos mismos, pues lo que se proyecta hacia afuera se suele proyectar hacia dentro, y viceversa.
Se observa en parques y gimnasios cierta vigorexia, una adicción al "ejercicio por el ejercicio". Entre las posibles causas están las humillaciones en la infancia y juventud, la falta de armonÃa de la familia, el perfeccionismo y la tensión. Como ocurre con la anorexia y la bulimia, la vigorexia se produce por una imagen distorsionada de uno mismo. La persona se ve pequeña y enclenque ante el espejo.
De ahà que el texto No hables con tu hija sobre su cuerpo, atribuido a la conocida educadora italiana, MarÃa Montessori, vaya en la lÃnea de evitar ciertos comentarios. Aunque no vayan con mala intención, pueden producir daños irreversibles no sólo en las personas a las que, llenas de prejuicios, les cuesta trabajo relacionarse de persona a persona o en las personas con defectos fÃsicos, sino en la sociedad en su conjunto. No se referÃa sólo a observaciones sobre defectos fÃsicos, sino sobre todo a frases que ensalzan determinados cánones de belleza como si fueran absolutos.
En cierta medida, estas observaciones basadas en el aspecto fÃsico han configurado al culto a una belleza deformada, con cánones rÃgidos y excluyentes, y que se ha relacionado con la proliferación de enfermedades como la bulimia y la anorexia.
La sociedad de la imagen vinculada al triunfo y a la búsqueda de adelgazamiento en periodos de tiempo inauditos y de la consecución de cuerpos imposibles produce comportamientos compulsivos en el ejercicio. Esto se ha manifestado en el boom de los gimnasios y en modas como el Cross Fit, que desarrolló el estadounidense Greg Glassman para entrenar a policÃas y, más tarde, por sus resultados, a bomberos y militares norteamericanos. De ahà saltó a los gimnasios esta serie de ejercicios anaeróbicos de gran intensidad, con muchas repeticiones y poco tiempo de descanso. Esto puede suponer un riesgo para la salud de muchas personas que quieran "ponerse fuertes" de la noche a la mañana, sin haber tenido hábito de hacer deporte en su infancia y juventud.
Se empieza a normalizar este culto al cuerpo llevado al extremo, con personas que siguen hasta la exageración el número de abdominales, flexiones y repeticiones de ejercicios de forma compulsiva, apoyados a veces de sustancias cuestionables.
La mejora en los hábitos de comida y de actividad fÃsica puede contribuir a que cada persona, con sus particularidades, tenga un aspecto saludable y armónico. La salud entendida como un estado general de bienestar comienza por la aceptación de uno mismo, y esto comienza con lo que comunican los padres a sus hijos: con sus chistes, con sus crÃticas y hasta con sus silencios de tensión.
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