Sábado 02 de julio de 2016
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Todavía es posible recordar el rostro meditativo y los ojos semi cerrados de Álvaro García Linera comentando sobre Vladimir Ilich Lenin o sobre Pierre Bourdieu, ataviado acorde con esos personajes, habitante virtual del París setentero. Entonces nadie dudaba, ni siquiera él, que era licenciado, matemático, sociólogo, intelectual.
Qué distante imagen a la última que emiten sus amigos dueños de canales televisivos. El cabello desordenado, los ojos desorbitados, la camisa rosada imitación Dolce & Gabbana, y amenazando con cadena perpetua para delitos sexuales. Su discurso aludió especialmente a presuntos sacerdotes pedófilos y sus posibles víctimas. "Denunciad" convocaba iracundo y desde ese momento, ¿sorpresivamente? El Ministerio de Justicia y el Ministerio Público se acordaron del tema y se prepararon para recibir denuncias, "así sea de los últimos 15 años".
Este asunto de relaciones sexuales condenables es tema doloroso en todas las sociedades, más las urbanas pero también las rurales, en el norte y en el sur. Sin embargo, ¿fue preocupación de García Linera en sus escritos, discursos, agendas?
Al menos que reservó aquello para su privacidad. Su biografía detalla su paso por varios colegios católicos. De pronto supo algo y no se animó a denunciar como hicieron otros colegiales en países capitalistas. También tuvo ocasión de delatar lo que pasa en las cárceles donde muchos presos sufren vejaciones sexuales, como reveló la Pastoral Penitenciaria en Cochabamba hace más de una década.