Hoy, sigo siendo un convencido de que la Unión Europea, como ideal, no se construyó sólo en las esferas polÃticas y financieras, sino que sobre todo se hizo realidad ahÃ, en esos encuentros de jóvenes, hijos de una misma cultura milenaria, decididos a vivir unidos antes que confrontados.
El influyente escritor británico John Carlin, en un reciente artÃculo en El PaÃs de Madrid, reflexiona sobre esos comportamientos colectivos que, si bien parecen emerger de la bronca - comprensible mas no justificable- de quienes se sienten afectados por la presencia del "otro", no reparan en las consecuencias y desoyen a la voz de la razón y de los expertos.
La "indignación" es un sentimiento dual: por un lado nos saca de la indiferencia rutinaria y egoÃsta para permitirnos ver la pobreza, la violencia y la injusticia, pero, por otro lado, puede llegar a embriagarnos con reacciones hormonales e irracionales, capaces de empeorar la situación. Su consecuencia es la punzante resaca, como la que vive hoy el Reino Unido.
La espantosa crisis del chavismo, la corrupción del PT brasileño, las fechorÃas del kirchnerismo y las crecientes contradicciones del MAS son señales que deberÃan abrirnos los ojos sobre la necedad de las borracheras populistas. Aparentemente asà lo han entendido los electores españoles que han rechazado los cantos de sirena de algunos fogosos lÃderes.
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