Ese odio negador del valor propio de la persona odiada y la ideologÃa que representa se manifiesta materialmente violento contra la habilidad, pericia y sabidurÃa de esos eminentes artistas que fueron capaces de legarnos obras de arte sin cálculo de valor pues todo intento de ponderación serÃa siempre aproximado.
¿Cómo podrá la humanidad imaginar, inventar o trazar, asà como acomodar la belleza y el mensaje de estas obras, hoy hechas polvo? Esos artistas hicieron brillar la belleza de sus ideas con contenido y vigor como para que en el tiempo y el espacio haga relucir las expresiones internas y los misterios del ser.
Este arte que exigió a sus creadores intuitividad sensorial para hacer que lo que no es, sea, constituÃa hasta hace dos dÃas antes de esta barbarie cultural, el lenguaje expresivo que nos transmitÃa activamente, pese al decurso inexorable de los siglos, su irremplazable significación.
Las esculturas, ahora destrozadas, estaban siempre en disposición de hablar con la belleza mas Ãntimamente que la ciencia que lo hace con el concepto, estableciendo esta diferencia porque la escultura plasma algo permanentemente en el espacio. La cultura que cultiva sus expresiones, en este caso la escultura, es el cuidado y perfeccionamiento de las aptitudes propiamente humanas mas allá del simple estado natural como cultivo del espÃritu, por ello que en la Antigüedad se utilizaba el termino humanitas civilitas para designar el idea del arte.
(*) Es Abogado Corporativo, Docente universitario, Escritor
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