Lo que voy a confesar a continuación me llena de vergüenza y quizás use estas lÃneas para expiar mis culpas de una vez, cosa que necesito hacer desde hace muchos años. A finales de los 80 y principios de los 90, las puertas del que ahora es el Ministerio de Salud en la ciudad de La Paz y zonas aledañas, servÃan para que prostitutas y travestis vendan su cuerpo al parroquiano que pasaba por el sitio, convirtiendo el mismo centro de la ciudad en una improvisada zona rosa.
Información, conocimiento, cultura y retroalimentación respecto a lo que es la elección sexual era lo que me faltaba, y le falta a mucha gente que discrimina sin saber. Por el simple hecho de que algo le parece anormal, porque sale de sus cánones del buen gusto, porque se comporta diferente, porque habla distinto, porque no es del mismo color, porque no come de la misma manera, porque no entiende con la misma rapidez, porque le sobran dos cromosomas o porque le falta una parte del cuerpo, porque algo no le trabaja igual y por un millón de razones es que la gente discrimina, señala, califica y prefiere alejarse o recluir, y asÃ, solamente por culpa de la ignorancia levantamos muros de odio y asco, incluso en nombre del ser más inclusivo de todos, Dios.
Pero lo que realmente creo es que el miedo que tienen, es el ver que su idea de familia natural, como le dicen ellos, se convierta en una distinta, con diferentes actores y condiciones, la que para mà y para muchos más, es una familia real, que hace verdaderamente felices a sus componentes. Nunca los vi marchar en contra del divorcio, o en contra de los padres que dejan a sus hijos con sus abuelos o de quienes abandonan a los niños sin hogar en la calle o de maridos que golpean a sus esposas o de esposas que abusan de sus maridos, o de padres que flagelan a sus hijos o del sinnúmero de verdaderas atrocidades que sà suceden en una familia natural, incluyendo vejámenes sexuales de padres a sus hijos o hijas. Le llaman núcleo de la sociedad a la idea patriarcal y chauvinista de la mamá, el papá, el hijo, la hija y el perro, y todos felices y dichosos como los Ingalls al final de cada capÃtulo, haciendo verdadero alarde de desconocer lo que realmente son las familias en sociedades como las nuestras, donde muchas veces los hijos no conocen a mamá o a papá, o porque los abandonaron, o porque uno de ellos o ambos están en ultramar moliendo agua para enviar la plata que con cuentagotas les da el tÃo o la apoderada para que sobrevivan como puedan.
No se puede seguir odiando, persiguiendo y hasta matando en nombre de Dios. Los radicalismos están lejos de lo que profesa cualquier fe. Es tiempo de dejar de leer la Biblia como letra muerta y empezar a interpretarla, buscar su mensaje de amor y entender de una vez que la llegada de Cristo fue para ver a Dios a la cara y reflejarnos en �l todos, como iguales.
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