Los extremos a que llegan quienes protagonizan marchas, manifestaciones, protestas que esgrimen todo tipo de argumentos para exigir, imponer y buscar sobreponerse a las mismas leyes recurriendo al bloqueo de calles, avenidas, ciudades, caminos y actividades en general es prueba de que algo está mal en la mentalidad de los que llegan a extremos y que, lamentablemente, creen tener la razón para todo y hasta para exigir a una alcaldÃa que revoque sus disposiciones porque no son del agrado de dirigentes sindicales que sólo buscan la imposición de sus caprichos y exigencias.
Muchas veces, a nivel de gobernantes y gobernados, se ha entendido que las condiciones de acuerdo, diálogo, concordia y armonÃa entre todos los habitantes del paÃs son absolutamente necesarias; a veces, mediante reuniones, se llega a la conclusión de llegar a componer situaciones difÃciles y buscar, armoniosamente, los remedios que precisan las situaciones difÃciles en que se vive; pero, más pueden las intransigencias, los pedidos extremos y, sobre todo, la soberbia y la petulancia de los que buscan sólo conseguir la satisfacción de sus propósitos.
Dialogar para componer, cumplir con los compromisos firmados y acortar todas las diferencias hasta que desaparezcan totalmente, serÃa el ideal a alcanzar por todos; pero, para ello es preciso que se abandonen las intransigencias y que los intereses creados pasen a situación muy secundaria, tomando conciencia de que los intereses del bien común deben sobreponerse a cualquier otro.
Es mucho, muchÃsimo lo que tenemos que aprender tanto gobernantes como gobernados; los unos porque tienen poder y, los otros, porque no corresponden las posiciones obsecadas ni las conductas que muestran razones que, muchas veces, no se tiene; es preciso entender que vivir en democracia es consolidar las libertades y la justicia mediante acuerdos y armonÃas concertadas entre todos; de otro modo, nos acercamos todos a un precipicio que no tiene fondo y que cada vez se agranda más. Urgen, pues, la armonÃa, la concordia, el diálogo y los espÃritus plenos de amor y paz por el paÃs y por el bien común.
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