Miercoles 15 de junio de 2016
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La violencia intrafamiliar tiene como actor al agresor que ingresa con lÃmites insospechados al área de la irascibilidad para demostrar su supremacÃa, infligiendo golpes sin determinación aproximada de la gravedad, proporcionalidad o de la incidencia de los mismos en el futuro de la mujer agredida o de los niños.
El agresor no se da cuenta que con su violencia incontrolada se agrede a sà mismo desde el momento en que retorna la calma sufre la implacabilidad del remordimiento de las acciones realizadas, siendo aquel de presencia constante y de aturdimiento a la paz del agresor que no puede encontrar sosiego hasta redimir su culpa ante las personas agredidas.
La violencia intrafamiliar se manifiesta después de la agresión con un arrepentimiento o remordimiento que no dura mucho, pues la tendencia a la agresión erosiona a la primera oportunidad. El agresor no se domina y reincide para tratar de imponer dominio y, como este ciclo puede ser interminable, lo más aconsejable es que el agresor deba buscar ayuda profesional si quiere aquietar definitivamente estos irreprensibles deseos de agredir, además de reconciliarse con Dios, para buscar fortaleza moral.
