Miercoles 15 de junio de 2016
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Deliberadamente existen voces -particularmente de actores políticos- denunciando que la libertad de expresión y de prensa están coartadas, esa afirmación niega la concepción histórica de los cambios políticos en América Latina, en que, por un lado se debilitan gobiernos de izquierda, y por otro, se fortalecen a partir de sus pilares democráticos populistas, nuestra realidad no muestra esos escenarios en los que algunos gobiernos sí, a título de regulación de medios, atentaron a esos derechos fundamentales. Esto asombraría a esos fieles combatientes del periodismo, abatidos unos y coartados otros; entre sus papeles y lápices por el solo hecho de investigar y denunciar al poder.
Sería muy deshonesto negar la historia del periodismo boliviano si hoy desconocemos aquel camino trazado por hombres que reivindicaron la libertad de prensa y expresión en tiempos de verdaderos atentados a la democracia, desde su origen emergente entre urnas y fusiles -parafraseando a Don Carlos Mesa- hasta la consolidación de su reconquista.
Derrocado el presidente Hernando Siles, asume la presidencia el cochabambino Daniel Salamanca; pocos meses después en la cuna del oriente boliviano nace el hombre que en la cúspide de su pasión literaria y periodística llega al Diario Mayor y redirecciona el horizonte institucional luego de que en 1955 y 1959 estructuras de poder perpetraran nefastos atentados a los derechos humanos en su intento de cercenar la libertad de prensa en ese periódico.