Todo adicto, piensa el autor del libro "Adiós a las Drogas", que haya transitado corta o largamente la senda de la droga, superado la dependencia y reincorporado a la normalidad puede vivir con la misma dignidad y honra que los otros miembros de la sociedad, porque el enfrentamiento es temporal, no asà el esfuerzo en la superación de ese trance individual; suficiente contenido de entereza y valor que minimiza cualquier desaire o aislamiento que trate de asestar la sociedad al ex adicto.
La cruel realidad enseña, aunque sea doblemente efectiva, que las circunstancias, dificultades, recidivas y medio ambiente adverso que concurren en la vida del adicto que trata con firmeza de dejar el vicio, le devuelven las fortalezas adormecidas y recluidas en el silencio mientras la droga actuaba.
La droga no es como el sida que se puede evitar el contagio con la abstinencia sexual, pues nadie muere por no tener relaciones Ãntimas. Con la droga se debe enfrentar una realidad que va más allá de lo fisiológico por el debilitamiento de las aptitudes intelectuales y espirituales, generadoras de un tácito desmoronamiento de la persona, estado en el cual las aspiraciones y realizaciones que son un contenido de vida, quedan inermes ante el Ãmpetu irrefrenable de la necesidad de evasión, postergando los cánones y marcos de comportamiento impuestos en el propio hogar en primera instancia, luego en la escuela, universidad y por la sociedad en general.
De este desenlace todos somos responsables, asintiendo tristemente que se pierde una vida, fatalidad irreparable que debe lastimar la conciencia colectiva y hacer reflexionar sobre el bien supremo de la existencia.
(*) Abogado Corporativo, Docente, autor del libro
"Adiós a las drogas" Sagacom La Paz
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