Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28

Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8
Fabio Morábito - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Loading...
Invitado


Domingo 05 de junio de 2016

Portada Principal
Cultural El Duende

Fabio Morábito

05 jun 2016

Fabio Morábito. Nació el 21 de febrero de 1955 en Alejandría, Egipto. Sus padres son de origen italiano, por lo que el poeta pasó su niñez en Milán. Sin embargo, desde los 15 años ha vivido en México. Esta peripecia personal da cuenta en su poema Tres ciudades. De hecho, es el tema identitario de toda su poesía. Ha publicado: Lotes baldíos (1985), De lunes todo el año (1992), Alguien de lava (2002), estos tres reunidos en el volumen La ola que regresa (2006), y Delante de un prado una vaca (2011 y 2014)

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Los amantes

Los amantes se acercan,

escuchan. Adelgazan

su piel hasta la asfixia

y adelgazan sus besos.

Por sus voces delgadas

sólo oyen silencio.

Los amantes se besan,

se acarician, el mar

apenas los contiene,

y su pasión es breve:

aleteo de un ave

en la espalda del agua.

Los amantes recuerdan

las heridas, las guardan

como un secreto bien.

Nunca cambian palabras.

Pero cambian heridas.

Son su secreta piel.

Cerca de dos amantes

se detiene un segundo

la sangre en la avenida;

son dos ciervos que saltan

en medio de nosotros

que somos las estatuas.

Los amantes se muerden,

se pisan, sólo temen

la muerte, trepan muros

de olvido y nunca vuelven

atrás, lujosos como

escarabajos verdes.

Los amantes no cuentan

los días, no enumeran

los muertos, ni siquiera

los mares. Su materia

está hecha sin tiempo,

su sed nunca se alivia.

Los amantes se mueren

un día. Bajo tierra

van, mudos y con miedo,

y la tierra adelgaza

su piel hasta la asfixia

y adelgaza sus huesos.

Anoche tembló 

Anoche tembló un momento

Sólo yo lo sentí, ella dormía.

Abrí los ojos en la oscuridad

y todo estaba en calma.

Miré la lámpara del techo.

No pude ver si se movía.

Ha de haber otros, me dije,

con los ojos abiertos,

al lado de su cónyuge que duerme,

que se preguntan: ¿fue un temblor

o un desajuste en mis latidos,

un anuncio del infarto que se acerca?

¿Fue un sismo general

o sólo mío? En ambos casos,

¿para qué sirve un cónyuge

si ningún colapso lo despierta?

El viento, más

El viento, más

que yo,

se fuma este cigarro

entre mis dedos,

dejándome el placer

de sólo tres o cuatro bocanadas,

y el mar expropia las palabras

que te digo,

porque, acostada, no me oyes.

El sol, el viento y la marea

te ensordecen

y cuando me levanto

para dar dos pasos,

viendo mis huellas que se imprimen

en la arena,

pienso que esas pisadas mienten,

que ya no piso así

desde hace no sé cuándo;

son huellas de otro

que sobrevive en mis pisadas; pues las mías

son mucho menos elocuentes.

Tú, en cambio, que me ves

completo e indivisible,

sabes mejor que nadie cómo soy mortal,

cómo mis huellas en la arena me describen

y cómo se plasma en ellas lo que soy,

sabes mejor que nadie cómo no escucharme.

Piazza Gimma

Espío en el edificio

que tengo más a mano

el movimiento que comienza en los balcones,

cómo reaflora

en las tareas primeras del amanecer

con gestos sin estilo aún, de repertorio,

la rutina,

y yo que me enamoro sólo en esta hora

en que la gente es más repetitiva,

más inconexa interiormente,

más llena de depósitos antiguos,

observo a la mujer que siempre sale en bata

en el octavo piso con su taza de café,

rubia matrona amante de la vida

que echa una ojeada al mundo mientras toma

dos o tres sorbos breves

y después, con gesto erótico,

sacude la tacita para remover

el fondo azucarado que le ofrece

el mejor sorbo, el último, el más dulce,

antes de despertar del todo.

Antes de despertar del todo

tú, rubia del amanecer,

te atienes a tu rito de degustación,

de intimidad contigo

y desde tu balcón,

salida ya del sueño,

entras de veras a tu casa

con tus gestos,

no con los que heredaste de los tuyos.

Para tus amigos: