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El ser humano es al mismo tiempo, un impulso hacia una diáspora y una fuerza de cohesión de sà mismo. AsÃ, un secreto desajuste con algo Ãntimo le lleva a negociar con la aventura, a cruzar territorios desconocidos, a indagar las calles atravesadas por primera vez, a preguntar por el misterio de las personas que ingresan al alma o se apartan para siempre.
El impulso de la diáspora lleva al ser humano a pisar los andenes, los aeropuertos, los muelles en busca de algo ignorado que tal vez tiene el nombre de "sueños" o tal vez de "reencuentros", espacios donde parece que uno no es la misma persona.
Por otro lado, como juntando lo roto, lo perdido, lo abandonado en las rutas de los viajes, la fuerza de cohesión impele a volver al origen, a la ciudad, al cuarto propio de la risa y del llanto, del amor y la soledad. La cohesión que nos obliga a retornar, a ser nuevamente el mismo ser humano, con familia, trabajo y amigos, con una historia y un rostro personales, imposible de cambiarlos.
Los viajes han ocupado gran parte de mi vida, como un fascinado desplazamiento por ignotos lugares y por el misterio de las personas y más todavÃa, un desplazamiento por el estupendo proceso de escritura.
Cómo no agradecer a la escritura que me dio los instrumentos para registrar el paso de mi cuerpo y de mi alma por los laberintos del mundo.
Cómo no agradecer que hayan amigos que se aproximan a mis libros con la gran altura humana y literaria. Cómo no agradecer a los escritores y amigos de la Unión Nacional de Poetas de Quillacollo y a todos les escritores aquà presentes que acompañaron siempre mi paso de escritora por los laberintos de los libros.
Cómo no agradecer a los profesores y alumnos por creer en mÃ, leerme y dejarme ser lo que soy. Para todos, mi agradecimiento, con kilómetros y kilómetros de mi corazón viajero.
Fui expulsada de un tren que iba de Koblens a Suiza simplemente porque el tren pasaba por frontera francesa y yo, no tenÃa visa de ingreso a Francia. La "POLICE DU FRANCE" abrió mi camarote y aunque era, la plena madrugada, no tuvo reparos de sacar mis valijas, llevarme a la gendarmerÃa, escribir un documento a máquina de escribir que decÃa que habÃa sido encontrada en la frontera, sin permiso de ingreso a Francia y que una segunda vez, supondrÃa una grave sanción. La misma POLICE DU FRANCE me puso en un carril pequeño que me devolvió a Koblens. Eso fue en los años 70. Conmigo iban tres mujeres bolivianas más, con el mismo destino. Ese documento escrito en máquina antigua está guardado en mi museo personal.
Fui vÃctima ingenua de un fotógrafo chantajista que me invitó a comer a un restaurante en la plaza Marienplatz de Munich y se sacó una foto conmigo, en la que ponÃa su brazo sobre mi hombro, que luego querÃa utilizarla contra mÃ, para pasar por mi amante.
La sociedad en general maneja prejuicios altamente tendenciosos contra la escritura de mujer. AsÃ, los más, no leen libros de mujeres, menos aún las investigaciones y estudios que se publican sobre escritura de mujer en libros y revistas especializadas en literatura contemporánea.
Los viajes a congresos iluminaron mis lecturas. Me ofrecieron el aprendizaje de una lectura nueva. Antes habÃa leÃdo todo texto como nos enseñaron en una sociedad construida por siglos por mentalidades y visiones masculinas. VeÃa lo que unilateralmente habÃan visto ellos desde siempre. Hasta que, todos o cualquiera de los que empezaron a leer de otro modo, me dieron la luz. Aprendà a leer a las mujeres y a los hombres con un nuevo enfoque. Descodificar los textos fue todo un proceso, desde el uso de los mensajes, el lenguaje, los elementos evidentes y subyacentes que antes parecÃan universales. Ya no podÃa ser inocente frente a los amados clásicos. Cuando retornaba a ellos, empezaba un proceso de relectura, como si me hubiera puesto un lente que me permitÃa ingresar a lo que estuvo antes invisible.
En los viajes aprendà a re-leer y re-escribir el mundo, a re-leer la palabra de los otros, nuestras palabras mismas, la historia y las historias del arte y por tanto, la historia de la literatura. Por ahora, escribir lo femenino, leer lo femenino, son todavÃa desafÃos. Afortunadamente, en esta búsqueda estamos acompañadas de muchos varones.
Los viajes me enfrentan con la otra Gaby, la que está escondida esperando un camino jamás pisado, un amigo nuevo, un extraño misterio en la casa de un poeta muerto, que me impulsa a escribir.
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