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Domingo 05 de junio de 2016

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Revista Dominical

CINE Y LITERATURA

Heredarás el viento...

05 jun 2016

Por: Juan Manuel Fajardo - Abogado, Ensayista, Crítico de Cine

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Se escribió desde Herbert Spencer a Sartre, que la existencia de una sociedad y sus componentes dependen mutuamente unas de otras, que como órgano "insensible" (la sociedad) no habrá de perecer de pronto, porque tiene un fin último, que es la conservación de la existencia de sus componentes, de sus organismos sensibles; en los tiempos primitivos, fue la defensa del grupo, más tarde de la horda o nación contra los adversarios que la acechaban, es para el cumplimiento de ésta finalidad que se establecieron las normas de existencia, de vida de la sociedad, normas de conducta impuestas por el jefe, en principio, para las empresas guerreras, para la defensa de los miembros del grupo y entre unos y otros; es en aquel momento que aparecen los oficios, las profesiones del futuro para el mejoramiento de la existencia y de la convivencia, la que es hasta hoy su función específica.

El origen de las profesiones se remonta a la organización político eclesiástica primitiva, algunas de ellas como la del médico, el abogado, el legislador o el profesor se hallan en conexión con la organización eclesiástica. Es la clase de los sacerdotes que llega a estar por encima de las otras por su cultura y su preparación intelectual; el primitivo sacerdote que oficia de médico con destreza y conocimiento de las cosas influye sobre sus semejantes, tiene el poder de haber obtenido resultados en su ejercicio, que la masa no puede realizar, menos comprender.

El sacerdote es a la vez el interlocutor válido entre los vivos y los muertos, la reglamentación de la conducta de los vivos, tiene su base en usos y costumbres, que se llamarán más tarde ley; allí se origina el culto y respeto a los antepasados, a las almas de los muertos; la creencia de que los que desobedecen sus mandatos serán pasibles a terribles calamidades, es una de las concepciones antiguas de la ley o del derecho. En el decurso del tiempo, con algunas variaciones, en general los gobiernos existieron desde el punto de vista teológico, gracias al permiso divino, la clase sacerdotal es la que conocía mejor la ley y todo lo referente a infracciones, resultando ser también jueces. Autores como W. A. Hunter y Parkyns han señalado que en la antigua Grecia, Egipto, Palestina y Abisinia, hoy Etiopia, un hombre como los otros, mejor dotado del don excepcional de la palabra, sería lo que el abogado es en nuestros días, "personaje utilizado con frecuencia por los demandantes en casos serios, pero no invariablemente". "En efecto debió acontecer que cuando las partes en litigio, no asumían su propia defensa, a veces unos u otros rogaban que un amigo, uno de mejor oratoria, expusiera su caso por ellos". "En la Roma antigua, cuando el conocimiento de las Doce Tablas se hizo amplio y público, así como los secretos del procedimiento penal, se formó una categoría de ciudadanos denominados "Jurisconsulti", expertos en leyes, que "opinaban en casos de derecho".

Hace mucho que las leyes dejaron como los sacerdotes de tener origen divino, y sus intérpretes, los abogados de estar autorizados por la divinidad, porque los tribunales seculares fueron despojados poco a poco de su poder, quedando solamente en su jurisdicción lo concerniente a la Iglesia; de este estado de cosas original, quedan apenas algunos hechos aislados en algunas sociedades muy primitivas; y en otras más civilizadas, hasta mediados del siglo pasado subsistió el afán y propósito de enmascarar el ejercicio desmedido del poder, de la instrumentalización de la justicia y su secularización, por ejemplo en la Rusia de Stalin, en la Italia de Mussolini y en la Alemania de Hitler, son símbolos del retroceso de la democracia.

Desde el momento, en que empezó a manifestarse la agresividad potencial que lleva consigo el hombre se instauró el derecho a la defensa, ideando formas de resguardo de su integridad moral y física; casi todas las sociedades del mundo establecieron en sus respectivas Cartas Magnas ese derecho; el delincuente por muy ruin y perverso que sea el acto que haya cometido, tiene la posibilidad de que su delito sea explicado, justificado o atenuada su sanción, después de que un abogado defensor haya empleado sus conocimientos con capacidad y pericia frente a un Tribunal, a un Jurado o ante un Juez. También en algún momento de la historia, alguien produjo una conmoción al estrellar su conducta contra la ley establecida, unos consiguieron eludirla, muchos otros fueron ejecutados siendo inocentes; no siempre la justicia cumplió acertadamente su vital misión. El cine, reflejo de la sociedad, ha examinado en forma somera los más relevantes casos suscitados en el Siglo XX, he aquí algunos.

LA FURIA DE LOS JUSTOS...

El filme "La furia de los justos" realizado por Mark Robson en 1955, sobre la obra "Trial" de Don M. Mankiewicsz, relata el proceso contra un joven mejicano acusado de matar en una playa durante una verbena, a una joven; un nobel abogado, recién admitido en un bufete de prestigio, es destinado a la defensa de Angel Chavez, el presunto homicida; convencido de su inocencia, asume el caso frente a la justicia, y a una sociedad cuya reacción espontánea es contraria al presunto asesino y que al margen de lo procesal, pretende condenar al muchacho porque es mejicano, colocando a un ciudadano afroamericano en el papel de Juez, un disfraz de objetividad detrás del cual está el razonamiento de que "no puede haber discriminación racial, si es un negro el que va a condenar a un mejicano"; el filme plantea un tema de análisis profundo aún en nuestros días; la parte política se manifiesta cuando Barney el director del bufete, de filiación comunista, pretende aprovechar el proceso para convertir al acusado en un mártir que debe ser condenado a muerte y así, poderlo enarbolar como una víctima del racismo y del capitalismo; es obvio que el filme, es una mirada al modo de vida americano revestida de maniqueísmo, sin duda esquemática en torno a temas sensibles como la infiltración comunista en los años de su realización. Las lacras sociales como la discriminación y el racismo aún perviven en la sociedad norteamericana y son explotadas con fines políticos.

En "la furia de los justos" repugna la persecución racial del presunto asesino y la cerrazón emocional y mental de quienes lo condenan sin preocuparse de si es o no inocente; pero el filme revaloriza la acción de censurar una mancha social como la discriminación, y el hecho de que sea un juez negro el que haga justicia, liberando al muchacho de culpabilidad, un ejemplo de probidad e integridad, contra el sentimiento quienes aún consideran inferiores a otras razas. Mark Robson (1913-1978) de origen canadiense, dirigió "El ídolo de barro" (1949), "La caldera del diablo" (1957), "La posada de la sexta felicidad" (1958), "El expreso de Von Ryan (1965), "El valle de las muñecas" (1967) y "Terremoto" (1974). Sobre el mismo tema, Robert Mulligan (1925-2008), rodó en 1962 "Matar un ruiseñor", basado en la universal obra homónima, Premio Pulitzer, de la escritora recientemente fallecida Harper Lee, con Gregory Peck, como el abogado Atticus Finch; ambientada en un pueblo del viejo sur, en la época de la gran depresión norteamericana, narra la historia del proceso a un joven negro, acusado de haber violado a una mujer blanca. El abogado Atticus Finch enfrentará a una sociedad, que como en "La furia de los justos", anteladamente, ha condenado al presunto autor del hecho; asumirá la valiente defensa de un inocente, aunque le signifique la enemistad de los ciudadanos que se consideran los más respetables de la ciudad, y sólo le quede el respeto y admiración de su familia. Esta adaptación al cine es también, un alegato contra el racismo y la intolerancia. "Matar un ruiseñor", ganó tres Oscares de la Academia, tres Globos de Oro en 1962, y varias nominaciones a premios internacionales. Robert Mulligan también ha dirigido: La noche de la emboscada (1969) y Hubo una vez un verano (1971).

COMPULSIÃ?N...

Basado en el libro de Meyer Levin, el filme "Compulsión" (1959) dirigido por Richard Fleischer explora el ambiente y los antecedentes de dos jóvenes que el 21 de mayo de 1924 asesinaron al niño Bobby Franks de 10 años de edad. Los autores Nathan Leopold y Richard Loeb, hijos de familias millonarias de Chicago como la víctima, el crimen por lo tanto no tuvo implicaciones de odio o necesidad, fue una aberración fundada en el pensamiento de superioridad intelectual frente a la sociedad y tratar de probar la existencia del "crimen perfecto"; el filme resulta interesante, pese a las limitaciones para abordar un tema tan complejo, como sostener la narración de un hecho de la vida real sin decaer; con diálogos extensos sin entrar en detalles profundos, se exponen aspectos anormales de los personajes que aparecen sólo insinuados y se esquivan las implicaciones racistas.

El proceso en la vida real, fue de repercusión mundial, así lo señalan las crónicas de la época, no solamente porque los asesinos eran jóvenes, sino porque el abogado que los defendió fue Clarence Darrow (1857-1938), que atacó implacablemente la pena de muerte con talento y convicción, para librarlos del patíbulo. Almas en conflicto, Leopold que se había graduado en filosofía en la Universidad de Chicago, lo mismo que Loeb salido de la Universidad de Michigan, excepcionales en varios aspectos, cansados de la vida fácil merced a su situación económica, se consideraban pertenecer a la categoría del "superhombre", por encima de la observancia de la ley y de la ética, de que habla Nietzsche, secuestran a la salida del colegio a Bobbie Franks; la víctima fue golpeada en la cabeza, ahogada y desfigurada con ácido clorhídrico para evitar su identificación, y abandonado su cadáver en una cloaca en las afueras de la ciudad. Luego del crimen llamaron a la madre para pedir un rescate de 10.000 dólares, sin contar que al día siguiente la Policía encontraría por casualidad el cuerpo y junto a él, los lentes de Leopold; pista que llevó a la policía y a los periodistas del Chicago Daily News, hasta los asesinos, que terminaron confesando, acusándose mutuamente. El proceso empezó dos meses más tarde el 21 de julio de 1924, el abogado Darrow admitiendo que sus defendidos eran culpables del atroz crimen, alegó la juventud de los mismos y enfermedad mental, contra la acusación del Fiscal de que Leopold y Loeb, eran bastante maduros e inteligentes para darse cuenta de su acción, que pidió se los condene a la pena de muerte; Darrow adujo que Loeb era esquizofrénico y Leopold paranoico y en una exposición emotiva contra la pena capital, señaló que no podía condenarse a muerte a dos seres que no tenían sus facultades mentales normales; el resultado fue que pese a que la sociedad esperaba su condena a muerte, se les dio cadena perpetua por asesinato, y noventa y nueve años de prisión por rapto. En el penal de la ciudad, de Joliet-Chicago, Loeb murió en 1936 en una pelea entre reclusos, Leopold salió con libertad provisional en 1958. Orson Welles asumió el papel de Darrow, impresionante su notable defensa de los asesinos, habla en el filme duramente 12 minutos en forma ininterrumpida, lo que constituye un record en los anales del Séptimo Arte.

EL JUICIO DEL MONO...

En 1925, en Dayton, un pueblo de Tennessee, Estados Unidos, John Thomas Scopes, un profesor, exponía ante sus alumnos la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies contra una ley en dicho Estado, que prohibía enseñanzas contrarias a La Biblia; así comenzó uno de los procesos más peculiares de la historia del derecho; como testigo, defensor de la fe y acusador particular actuó el tres veces candidato a la presidencia de los Estados Unidos William Jennings Brian, y como defensor de Scopes el abogado Clarence Darrow, que un año antes asistiera a los criminales Nathan Leopold y Richard Loeb en el caso Franks. Por aquel tiempo la sociedad norteamericana se encontraba inmersa en diversas corrientes de tipo científico en torno a la teoría de la evolución, de efecto severo sobre las creencias religiosas; claramente los fundamentalistas la rechazaban, los evolucionistas o modernistas que aunque no muy seguros, empezaban a revisar su pensamiento, y los escépticos se apegaban al pensamiento científico sin dejar margen a lo religioso. El juicio provocó expectación internacional; por la gran concurrencia el Juez determinó instalar la audiencia al aire libre aquella tarde del 20 de julio de 1925, que fue iniciada con una oración; entre las pruebas estaban la declaración del menor Howard Morgan a quién Scopes habría explicado frente a toda la clase aspectos de la evolución, y la declaración de un zoólogo que calculó, que la vida sobre la tierra habría comenzado 600 millones de años atrás. Clarence Darrow llamó al también abogado Brian experto en La Biblia, al estrado de los testigos; el interrogatorio fue uno de los más extraños producidos en los anales del derecho, preguntas sobre Jonás y la ballena, si Josué pudo haber hecho que el sol se detenga sobre sus ejércitos, la fecha del Diluvio, si Eva fue literalmente creada de una costilla de Adán, y si la Torre de Babel era responsable de la diversidad de lenguas, hasta el estado de que Darrow señaló, que el fin de dicho interrogatorio era "desenmascarar al fundamentalismo e impedir que los fanáticos ignorantes dominen el sistema educativo de los Estados Unidos". El conservador Brian, citó para argumentar la validez de la ley antievolución, textualmente palabras del Libro de Proverbios 11:29: "El que cree disturbios en su casa, heredará el viento...".

Este caso inspiró a los dramaturgos Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee, la obra "Inherit in the wind" o "Heredarás el viento", estrenada en Broadway en 1955, la que fue aclamada como una de las más representativas del género en el siglo XX, porque abordaba temas sensibles como la fe, la tolerancia religiosa, la libertad de expresión y la libertad de pensamiento.

El filme "Heredarás el viento" de Stanley Kramer (1960) es una adaptación casi lineal de la obra de teatro, fue guionizado por sus autores. El director, cuyas obras se caracterizan por su contenido polémico, muchas veces expuso su afán de utilizar el cine como "medio de llegar a la conciencia humana", encarando problemas inherentes a la sociedad norteamericana. En "Heredarás el viento" abordó el tema de la intolerancia de las ideas, escogiendo para el papel del abogado Darrow a Spencer Tracy, actor de físico sólido y rostro bondadoso que en numerosas películas encarnó el arquetipo de hombre justo y cabal, el pescador en "El viejo y el mar", el juez en "El proceso en Nuremberg", son algunas de las muestras en las que su recia personalidad, se sobrepone sus interpretaciones.

En el filme de tono dramático, ciertas escenas están marcadas por las frases del juez de la causa; hacia el desenlace, el director tiende a una crítica de la ley, logrando el equilibrio entre la honestidad del que cree en la libertad de cátedra y de pensamiento, como Clarence Darrow y entre los que no lo son, que de manera hipócrita tratan de enmascarar una época, la del Macarthismo, en una intensa lucha de intereses intelectuales; un filme ambicioso que quedó como paradigma del ejercicio de la profesión de abogado. Kramer matizó las escenas dramáticas con las sentimentales, incluidos momentos de humor; el mensaje vigente hasta hoy es que, "por encima de las leyes que un Estado pueda dictar en su propio beneficio, están las leyes humanas o leyes naturales, finalmente las leyes científicas, que deben ser respetadas y en el caso de los jueces protegidas". En el filme "Juicio en Nuremberg", refleja el comportamiento humano de un momento histórico, muestra el proceso contra los abogados nazis que trasformaron la ley de Alemania, en un arma al servicio de un régimen criminal. Señala Kramer que "la misión de los tribunales es proteger la ley, pero ello sólo será posible si las Cortes se mantienen independientes; en otras palabras los Tribunales deberían estar por encima de los partidos políticos y del gobierno, respetando sólo la línea estricta de la ley". "Una buena película debe ser espejo de la vida y respetar cuidadosamente la época en que se desarrolla la historia. Más todavía debe reflejar el comportamiento humano de ese momento histórico". En la verdadera historia del maestro John Thomas Scopes, juzgado por pretender enseñar la teoría de Darwin, la sentencia que se emitió, luego de que la defensa no pudo aportar pruebas científicas que avalen la evolución de un primitivo primate al hombre actual, fue de considerarlo culpable, imponiéndole una multa de cien dólares, apelada la misma, la Suprema Corte la rebajó a un dólar, disponiendo la libertad del acusado, desde ese momento la ley antievolucionista caería en desuso.

LAS LECCIONES

DE LA HISTORIA...

Will y Ariel Durant en su obra "Las Lecciones de la historia" se preguntaban, ¿qué nos enseña la Historia en cuanto a la naturaleza, la conducta y las perspectivas del hombre? y se respondían: "Para los que estudiamos la Historia no solamente como dominación y recordatorio de la locuras y crímenes del hombre, sino también como recuerdo estimulante de almas creadoras, el pasado deja de ser una deprimente cámara de horrores, para convertirse en el espacioso país de la mente, en donde mil santos, estadistas, científicos, poetas, artistas, músicos y filósofos viven aún, y hablan y cantan y enseñan". "El historiador no ve en la existencia humana otro significado que el hombre mismo le da".

El juicio a John Thomas Scopes, de alguna manera le dio sentido a la vida de millones de seres en el planeta, puso a Charles Darwin en el banquillo de los acusados. "El Origen de las especies" publicado en 1859, barrió con la historia de Adán y Eva en el paraíso, y la fábula de que la creación era, como lo relata el Antiguo Testamento, y recupera para el mundo el momento científico perdido por siglos, entre las leyendas de los pescadores de Galilea; en realidad Darwin nunca afirmó que el hombre descendiera del mono, lo que dijo fue que "el hombre y el mono, los dos descienden de un ancestro común prehistórico, ya extinguido". Sus detractores condenaron en vida a Darwin al infierno, por sus impías doctrinas, como un delincuente que estaba matando la idea del Dios Creador, y el mito de la inmortalidad del hombre; éste fue el gran debate del siglo XX, cuando el poder sugestivo de la mitología judeocristiana era muy grande en el mundo occidental.

De los tres filmes reseñados, ha quedado para la humanidad, en concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la lección de la tolerancia religiosa, el respetar y aceptar la existencia de otras formas de vida, de creencias e ideas, y aun la no creencia en alguna religión, el reconocer la pluralidad y diversidad del mundo en que vivimos, también el concepto de la libertad de enseñanza, la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas; la libertad de cátedra, como el derecho de los profesores e investigadores para expresar sus opiniones sin temor a ser rechazados o apartados de sus funciones, porque las sociedades actuales son multinacionales, complejas y plurales en el ámbito religioso, moral y cultural. Ningún Estado puede pretender hoy día una total coincidencia de sus ciudadanos en solamente una creencia religiosa, en una sola lengua, y en una idéntica tradición cultural; al contrario, la tolerancia hacia lo diferente, se ha convertido en el reto más serio de la sociedad presente y futura, el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.

Notas.-

C. R. Darwin: El Origen de la especies. Siglo XXI. 1970.

A. y W. Durant: Las lecciones de la Historia. Siglo XXI. 1974.

W. Middendorf: Criminología histórica. Espasa Calpe, 1976.

D. M. Mankiewicsz:

El proceso. Ed. Diana. 1965.

M. Levin: Compulsión. Ed. Mirasol. 1969.

T. E. Porter: El mito y el teatro norteamericano. Ed. J. Goyanarte. 1972.

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