Una característica de los países pobres y subdesarrollados que han alcanzado a vivir en democracia constituyéndose en regímenes legales, legítimos y constitucionales, es que han surgido posiciones no siempre acordes con los principios democráticos; unas veces, los mismos gobiernos, al tener el poder político en sus manos, han vulnerado de alguna manera principios que juraron defender, preservar y tenerlos como norma de vida y gobierno; otras veces, son los entornos político-partidistas que actúan con representación parlamentaria o simplemente están en el llano de la vida nacional, que tampoco han respetado del todo los principios democráticos y, por hacer ver su condición de opositores al régimen gobernante, han actuado en contra de sus propios principios y de la democracia.
Parecería que el poder político - cuando se lo tiene - cree que es un instrumento para obrar conforme a los intereses, criterios y conveniencias sólo del gobierno y se ignora lo que sienten, piensan y creen quienes están en el llano o, desde el poder fiscalizador, actúan conforme a reglas claras y terminantes. Por su parte, los integrantes del Poder Legislativo, sean mayoría o minoría oficialista o de oposición, también creen que ocupar tan importantes funciones les da poderes ilimitados para actuar conforme a intereses creados.
Así, con distorsiones, malas interpretaciones, falseamiento del sentido democrático y manejo discrecional de la democracia, se altera la vida nacional y surgen las discordias, los desacuerdos, las desavenencias, las posiciones encontradas y hasta las rivalidades que, cegadas por posiciones radicales, no ven nada bien en ninguna de las partes y, si pueden endilgarse comportamientos alejados de la Constitución y las leyes, lo hacen.
La Democracia es el mejor sistema de vida de los pueblos y, es más, es, por esencia, el mejor sistema de gobierno, de comportamiento de sus integrantes y, en sumo grado, el mejor medio para respetar la Constitución, las leyes y las libertades; en otras palabras, en democracia no se debe menoscabar ningún principio, ni valores ni condiciones de vida de los pueblos y sus instituciones. Democracia no es libertinaje; es, en todo momento, disponibilidad de las libertades pero con responsabilidad, honestidad y conciencia.
Quienes, siendo gobierno, consideran que al ejercer democráticamente el gobierno, pueden ajustar las leyes y principios a las conveniencias de quienes conforman el régimen y, para ello, manipular la democracia y especialmente las libertades que son sagradas e inviolables para los pueblos alteran principios elementales de convivencia. Entre las libertades - todas con valor infinito - la libertad de expresión y prensa es totalmente inviolable porque es representación de la libertad de pensamiento y éste no puede ser manejado, manipulado, regulado, manoseado, ni censurado, salvo que sea por la conciencia de quien posee el pensamiento que es personal y único. Muchas veces, quienes poseen poder político, creen que el pensamiento puede ser utilizado conforme a intereses que no son siempre de los pueblos.
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