Debe tomarse en cuenta que esta obra fue escrita en idioma alemán y fue un problema recurrente resolver las aglutinaciones que se repiten en el idioma original; afortunadamente el idioma español es similarmente rico en expresiones y correspondencias y se puede inquirir sobre la verdad de la intención del autor hasta la acción y efecto de averiguar y descubrirla.
Traducir como lo han hecho los magnÃficos traductores de esta excepcional obra es tarea Ãmproba en cuanto es difÃcil que alguien que traduce que sea honesto y exento de vanidad no sienta al ver impreso su trabajo un dejo de insatisfacción, lo que siempre concede aliento al traductor es la voluntad inmarcesible y sin concesiones de seguir puliendo sus herramientas que son el conocimiento del lenguaje, sus expresiones, aglutinaciones, la terminologÃa y el concepto certero para conformar una semántica comprometida y concomitante a su profesionalidad.
Este artÃculo no es una recensión de la sensible obra de Kafka pues se han elaborado decenas de ellas, por lo contrario, es exaltar con amor la figura de la madre ante la proximidad del dÃa del ser más importante de la creación. Todos preservamos recuerdos de pequeños cuando la voz de la madre era la que más credibilidad generaba y afirmaba o negaba algo en el hogar para conferirle a esa acción formativa la posibilidad de existir y con ello se erigÃa en nosotros, niños, la imagen del ser más fuerte de la tierra al sostenernos con sus preceptos claros e irrefutables.
A medida que, como niños nos conocÃamos a nosotros mismos, comenzamos a cultivar ese amor a la madre pero cometimos el grave error, irreparable, de no decÃrselo frecuentemente ¡Eres la mejor madre! Esa voluntad firme por la decisión prudente, certeza e inmediata en las vicisitudes gratas e ingratas del hogar, nos enseñó por paradigma e imitación consciente a pedir lo que necesitábamos y a ser solidarios con los requerimientos, si habÃan hermanos. No necesitábamos pedirle que nos abrazara y nos besara las veces que sean, cuando estábamos tristes, pues su percepción era celestial.
La función de preservar la vida y la salud por la alimentación es el logro consulado de las madres ya que no obligaban a comer, empero, enseñándonos a masticar convirtió a la acción de comer en un verdadero placer, a sentir con la intensidad de las papilas gustativas lo que nos metÃamos a la boca, en nuestros cuerpos de niños, nos enseñó a pensar mientras se mezclaba la comida con la saliva y a ser conscientes que esa mezcla iba a nutrirnos.
La proclividad de una madre para inducir a la comprensión de sus actos de carácter e inamovilidad en la decisión tomada, aunque ante nuestros ojos aparentaban ser crueles, no era otra acción inequÃvoca de transmitirnos formación con autoridad persuasiva que serÃa sólo hacernos cambiar de opinión sino persuasiva, es decir doblegando nuestra voluntad y abonar asà el terreno de la seguridad para nuestra independencia frente a la vida lo más pronto posible.
(*) Es Abogado Corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación Derecho Aeronáutico, Presidente Sociedad escritores de Bolivia (Sodesbo)
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