Sin exageración alguna, no hay dÃa en que no se registre información sobre hechos de tránsito en que los protagonistas mayormente son conductores de servicios de transporte de pasajeros, sucede en las calles de las ciudades, por múltiples infracciones, una que sobresale es conducir en estado de ebriedad y protagonizando accidentes de graves consecuencias. Otro tanto sucede en las carreteras, con vehÃculos que transportan cada uno medio centenar de personas, o el caso de pesados camiones que hacen estragos en otras movilidades a las o con las que se encuentran por invadir carriles, por exceso de velocidad o porque el conductor maneja bajo el influjo de alguna cantidad de alcohol.
Bajo esas condiciones el transporte en todas sus formas se convierte en una dramática consecuencia de irresponsabilidad manifiesta, en los chóferes en general, pero además en las autoridades de Tránsito en terminales o en los retenes por los que registran su paso cientos de motorizados que no son evaluados ni en mÃnima proporción, de ahà que, los accidentes están a la orden del dÃa.
EstadÃsticas sobre el número y frecuencia de accidentes, señalan que seis de cada 10 accidentes son de directa responsabilidad de conductores y de esos la mayorÃa corresponden al servicio de transporte de pasajeros, además que buena cantidad de estos hechos se registran en las ciudades.
Significa que pasajeros por un lado y transeúntes por otro están en pleno riesgo al utilizar esos servicios, sumándose en otros casos la acción irresponsable de conductores particulares, con lo que el sistema de manera general, se convierte en un peligro público.
Otros datos sobre la gravedad de estos hechos, revelan que en la gestión pasada esos accidentes dejaron el saldo aterrador de casi doce mil damnificados entre muertos y heridos y esa cantidad desde ya es alarmante porque en la estadÃstica internacional, registra a nuestro paÃs entre los once que tienen el mayor número de accidentes fatales de tránsito.
Este problema del transporte merece un tratamiento especial por parte de las autoridades competentes, por una parte las municipales que deben dictar normas para que el transporte público sea cómodo y seguro y por otra es irreemplazable el trabajo de control de policÃas de Tránsito, pero capacitados para exigir de los transportistas servicios de calidad, en las ciudades y fuera de esos lÃmites. Si no hay esa tarea combinada, el peligro seguirá latente en el transporte público.
Fuente: LA PATRIA
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