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Hablar de El Duende, suplemento orureño de cultura publicado por el periódico "La Patria", es hablar de Alberto Guerra Gutiérrez, un extraordinario ser humano que conocà gracias a mi padre, Antonio Carvalho Urey, de quien heredé el gusto por la lectura y algunos de mis más entrañables amigos. De entre estos últimos se destaca Alberto Guerra Gutiérrez, a quien bastaba conocerlo para amarlo. Recuerdo que, allá por el año 1973 cuando yo tenÃa 16 años y vivÃa en la ciudad de La Paz, llegó mi padre de Trinidad de paso a Oruro, "vas a conocer a un yatiri", me dijo, y yo me fui con él a esa ciudad cuyo nombre es un palÃndromo, seguro de que iba a conocer un brujo del altiplano.
Viajamos en bus y llegamos al atardecer. En la terminal de buses nos esperaba un señor de gruesos anteojos y espesa barba. Después de hospedarnos en un hotel en la plaza principal, fuimos a un bar y allà los escuché a ambos contar historias de Los Andes y del Amazonas de donde éramos oriundos con mi progenitor. Yo estaba acostumbrado a estas tertulias pues, Toñito, como le decÃan cariñosamente a mi padre, gustaba de llevarme a las frecuentes tenidas con sus amigos. Al dÃa siguiente le pregunté a mi padre por el yatiri, y me contestó que ya lo habÃa conocido, "es el poeta con el que estuvimos anoche", y yo pensé que era el apodo del señor barbudo. Con el tiempo y las tertulias fui reconociendo que Alberto poseÃa el espÃritu de esos enigmáticos sabios del altiplano.
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El año 1991 fuimos invitados a Suecia por un grupo de escritores bolivianos radicados en ese paÃs escandinavo. Viajamos juntos hasta Estocolmo, luego a Oslo y de allà a Florencia, Italia. En ese viaje conocà la profunda dimensión humana del poeta, no habÃa que rogarle para que declame sus poemas románticos que sabÃa de memoria. Después de ese viaje mi admiración por el yatiri se convirtió en un culto a la amistad. Siempre que podÃa lo llamaba por teléfono y entablaba largas conversaciones con él. Alberto Guerra fue miembro de la "Segunda Gesta Bárbara" un importante movimiento de poetas e intelectuales y autor de muchos libros de poemas como "Siete poemas de sangre o la historia de mi corazón" y "Manuel Fernández y el itinerario de la muerte", asà como de un valioso opúsculo titulado "Pachamama", tal vez el más erudito sobre esta figura mÃtica y religiosa de las culturas andinas que fue reeditado el año 1993 por la AlcaldÃa Paceña.
Alberto nos dejó y me legó la amistad con Luis Urquieta, un notable ensayista, poeta y gestor cultural, que, junto a otros artistas de la palabra, sigue invocando a El Duende cada quince dÃas. En su primera época El Duende fue dirigido por un equipo integrado por los poetas Alberto Guerra Gutiérrez, Eduardo Kunstek y Edwin Guzmán. En esta segunda época Luis Urquieta junto a Julia Guadalupe GarcÃa, BenjamÃn Chávez y Erasmo Zarzuela, son los responsables del suplemento cultural. Don Lucho y Julia Guadalupe no se olvidan de este aprendiz de cronista y periódicamente me remiten El duende.
Los responsables de este suplemento quincenal, que tengo coleccionado, son espléndidos y publican no solamente a autores nacionales, jóvenes y consagrados, también lo hacen con escritores extranjeros, en un permanente diálogo intercultural. El Duende, en sus doce páginas, posee secciones fijas como El dulce vicio de escribir, Milagros de la pintura Boliviana, La máquina del tiempo, El músico que llevamos dentro y Baraja de tinta.
Larga vida a El Duende y mis felicitaciones y agradecimientos a Luis Urquieta y su equipo.
Homero Carvalho Oliva. Escritor, novelista y poeta beniano, 1957.