Domingo 22 de mayo de 2016
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Los obispos bolivianos no tienen por qué ser señalados como culpables, pero ocurre que la Ley Transnacional de Tráfico de Drogas que acaba de aprobar Estados Unidos repite el concepto de la Carta Pastoral que ellos hicieron conocer el 31 de marzo: los cocaleros que proveen de materia prima a los narcotraficantes son sus cómplices.
Los obispos habían dicho que, por esa razón, los cocaleros, como los del Chapare, que sólo producen para el narcotráfico, estaban contribuyendo a una actividad dañina para la sociedad, por lo que quizá podrían ser condenados y, eventualmente, terminar en el infierno.
La ley norteamericana no habla de infierno, sino de extradición, como la que se aplicó en el caso del panameño Manuel Antonio Noriega, que fue capturado en 1989, juzgado en Estados Unidos por narcotráfico y lavado de dinero, y sentenciado a prisión por veinte años.
Un casi ruidoso escalofrío recorrió el espinazo de algunos dirigentes políticos bolivianos después de que Estados Unidos hizo saber de la existencia de la ley. Una ley que establece el procedimiento de la extradición para los proveedores de materia prima para el narcotráfico, porque presume que la droga tiene destino el mercado de Estados Unidos.