Ciudadanía y democracia

Dentro de los deberes que tiene todo habitante se encuentra el de ejercer la ciudadanía que el país le concede, y es que la ciudadanía es lo que expresa la pertenencia de un individuo en una sociedad dada, en la que por supuesto participa activamente en todos sus niveles. Dispone de una serie de atributos legales y al mismo tiempo integra la comunidad política de la nación en la cual participa.

El ser un ciudadano de un determinado territorio implica tener desarrollado el sentimiento de pertenencia y de identidad de ese lugar geográfico en el cual, se interactuará socialmente con responsabilidad y disponiendo de derechos y respetando las obligaciones pertinentes que surjan de ese status.

Al ejercer la ciudadanía se cumple con los derechos democráticos de participar de la vida social en democracia es decir opinando y aceptando la opinión de los demás.

La noción de ciudadanía permitía abordar los complejos temas abiertos por los cambios globales desde dos perspectivas simultáneas: la construcción de identidades colectivas asociadas al sentido de pertenencia (a una nación, a una comunidad), y el contenido de la justicia (como otorgamiento y usufructo de derechos).

El concepto de ciudadanía combina elementos de identidad colectiva y de acceso a la justicia, de ahí su potencial analítico y político. Y en ambas dimensiones, la ciudadanía apela a un sentido de igualdad, de superación de las diferencias de toda índole por la vía de los derechos.

Esta desigualdad de derechos ha generado un contexto de constantes transformaciones político-sociales, a inicios de este siglo XXI comenzando con la lucha por el reconocimiento de la ampliación de derechos de ciudadanía, tanto en sociedades con sistemas democráticos ya consolidados como en incipientes democracias, orienta el debate conceptual sobre la ciudadanía y la democracia hacia un replanteamiento de la configuración de la ciudadanía más allá del ámbito de la democracia electoral, que considere la construcción de una ciudadanía activa, responsable, que conoce sus derechos como también las responsabilidades y los defiende.

Una definición simple de la democracia se puede expresar, como la capacidad de los habitantes de un país para elegir a sus gobernantes pero estas palabras no encierran la democracia, porque van más allá, desde la participación activa de las actividades sociales culturales y políticas hasta convertirse en parte gobernante de una nación consiguiendo una democracia que trascienda el espacio meramente electoral y un análisis crítico de la ciudadanía fragmentaria y parcial que caracteriza a nuestro país.

En los últimos tiempos el interés por la ciudadanía ha estado comprensiblemente ligado al proceso de construcción de la democracia electoral, en el que es imprescindible tomar en cuenta la vivencia de los ciudadanos de a pie, los derechos políticos y/o bien desde el ángulo de la cultura política, brindándoles espacios de desarrollo a las mujeres a los indígenas como al protagonista del nacimiento de la democracia como es el soberano

Estos conceptos de ciudadanía y democracia, así como su interrelación de acuerdo con determinadas especificidades históricas y contextuales de las distintas sociedades, destaca la necesidad de formular nuevas herramientas conceptuales que den cuenta de la correspondencia que existe entre estas dos en razón de que existe una correlación de conceptos centrales en el pensamiento político de nuestro tiempo, que se encuentran estrechamente vinculados.

El sentido común dominante nos indica que sin democracia no puede haber ciudadanía.

(*) Ingeniero