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Domingo 25 de abril de 2010

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Revista Dominical

Sacerdote orureño radicado en EE.UU no se olvida de su tierra

Cuando la solidaridad y el compromiso con el prójimo, no tiene fronteras

25 abr 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Patricia Barriga Flores

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El padre Iván Trujillo Ibáñez, es un sacerdote radicado en Estados Unidos, que no se olvida de su tierra y a través de su labor social, se solidariza con su gente, sobre todo, con la más necesitada.

Es por ello que desde el país del Norte, manda una serie de apoyos en alimentos y otros, como es el caso de la entrega de material escolar, que se realizó a través de la representante de la Defensoría del Pueblo, Clotilde Calancha a la escuela Virgen de Guadalupe, beneficiando a 120 niños y niñas trabajadores, en muchos casos huérfanos y en varios también abandonados.

El año pasado, la Defensoría del Pueblo, y LA PATRIA, fueron a visitar esa escuela, que está ubicada en la zona Sur, y se constató la deprimente situación en la que estudian los niños junto a sus maestras que hacían lo que podían, para impartir la educación, a éstos niños que luego de trabajar durante todo el día, por las noches acuden al establecimiento educativo para superarse.

Ante la intervención de esa instancia defensorial, la Alcaldía Municipal se hizo cargo de adecuar y dar mejores condiciones de estudio a los estudiantes, pues se arreglaron las aulas, el patio, los baños, se instaló luz, y otros, pero aún falta mucho, por lo que la representante defensorial, aseguró que se continuará trabajando en este tema, durante la presente gestión.

LABOR SOCIAL

A través de esta nota queremos reconocer la gran labor que realiza el padre Iván Trujillo pues en Estados Unidos tiene un programa social, junto a un grupo de voluntarios que todos los miércoles visita a unos vecinos especiales: los trabajadores migrantes hispanos en la zona Noreste de la Diócesis de Buffalo, New York.

“Cada miércoles en la noche celebramos la Misa en español, distribuimos frazadas, ropa, comida y pasamos un rato con los migrantes en por lo menos uno de los 100 campamentos en esta región”, dijo Trujillo en la entrevista que le hizo Margaret Gaughan, de la revista Maryknoll.

Ya con el camión lleno de una serie de donaciones, Trujillo se pone tras el volante y el contingente sale a su destino. “Algunos miércoles vistamos dos o tres campamentos”, comenta Trujillo dirigiéndose hacia el norte, “Usualmente manejamos 75 ó 100 millas en una noche”.

La noche de la entrevista sólo visitó un campamento, Ramshaw Road Camp, donde 28 migrantes, todos mexicanos llegaron la semana pasada para recoger manzanas por dos meses; luego regresarán a México.

En camino al campamento Trujillo reflexiona sobre su propio viaje a Buffalo desde su patria, Bolivia, donde dos misioneros de Maryknoll, el Padre John Gallagher y el Hermano Bonaventure Redman, fueron sus mentores y lo animaron a continuar sus estudios para el sacerdocio en Estados Unidos. “Era una época de gran tensión social en Bolivia“, dice Trujillo y añade que él fue el único sacerdote hispano en la Diócesis de Buffalo después de su ordenación en 1985.

“Quería servir a los hispanos”, dice, “y encontré las mayores necesidades en los campamentos migrantes, donde la mayoría de los trabajadores son de México, otros son de Guatemala, el Salvador y Honduras”.

Además de su trabajo pastoral en Resurrección, la parroquia más grande en el condado de Genesee, y de ser capellán en la prisión y el hospital, Trujillo encuentra tiempo para visitar los campamentos migrantes varias veces a la semana. El miércoles trae su equipo.

Tocando una campana, Trujillo anuncia la llegada del grupo y los migrantes salen de sus barracas, donde viven cinco en un cuarto y comparten la cocina y el resto de la vivienda. Se ven cansados después de un arduo día de trabajo, pero parecen recuperar energías cuando Trujillo los saluda. A veces sus familias vienen con ellos, dice Trujillo pero este año debido a estrictas leyes migratorias, muchos de los hombres vinieron solos, como en este campamento.

Mientras se prepara la mesa plegable que servirá como altar para la Misa al aire libre, otro voluntario toca la guitarra y práctica los himnos con la congregación, al mismo tiempo que varios de los migrantes le ponen un sabor latino tocando maracas y tambores que los voluntarios llevaron.

Teniendo de fondo un crepúsculo rosa, Trujillo viste su alba y estola, toca su guitarra y cantando da la bienvenida a los trabajadores a la celebración eucarística.

Después de la misa hay otra celebración: compartir la pizza que Trujillo y su equipo llevaron. A pesar que los voluntarios hablan sólo inglés y los migrantes solamente español, la compasión genera comprensión.

“Los migrantes llegan sin nada y dependiendo de la temperatura, pueden pasar dos o tres semanas para que comiencen a trabajar; por eso tienen tanta necesidad desde el principio”, cuenta Trujillo, mientras los migrantes reciben todo lo donado que reparten los voluntarios.

Para Trujillo, su ministerio a los migrantes es una bendición. “Trato de traerles el amor de Cristo”, dice “y ellos me hacen ver el amor de Cristo”. (Extractado de la Revista Maryknoll)

En Bolivia desde hace muchos años, tiene un proyecto llamado Virgen de Guadalupe y en su labor social, ha contribuido mucho en el Penal de Oruro y en la instauración de algunas bibliotecas que se implementaron a través de la red de bibliotecas populares.

Así mismo hace una contribución importante de incentivos, no en gran cantidad, pero ayudan a la Casa de Provida, de Nueva Esperanza, que acoge a varias personas adultas mayores que van a hacer sus reuniones y pasar un momento para compartir, y el padre es el que manda para sus refrigerios, también manda algún incentivo para colaborar a las personas voluntarias que trabajan con este proyecto.

“Tenemos también un proyecto en la Casa del Padre que está ubicada en la zona Sur en la calle Potosí y Lizárraga, donde todos los sábados se atiende a casi 700 familias con el desayuno y pan y en algunas fechas especiales, como el día de la madre, navidad y otros, se atiende con otro tipo de productos como azúcar, arroz y demás”, comentó la representante defensorial, Calancha.

En Cochabamba se tiene el mismo proyecto donde el padre atiende a casi 1.000 familias con temas de distribución de pan, ropa y otros productos, “por lo que desde aquí quiero agradecer al padre Iván, y esta misión que tiene de solidaridad con la gente de escasos recursos”, expresó Calancha.

Manifestó que por problemas de salud no ha podido llegar a Bolivia, pero se espera que este año pueda estar en su tierra natal, cuando seguramente anunciará sus otros proyectos para los que está buscando financiamiento.

Fuente: LA PATRIA
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