Martes 17 de mayo de 2016
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Esta expresión, atribuida a Santa Teresa, es hoy motivo de profunda reflexión, cuando observamos la mirada de los niños refugiados y emigrantes, y la de sus padresÂ? La brecha entre los paÃses más avanzados y los más menesterosos se ha ampliado debido al incumplimiento de los acuerdos alcanzados sobre desarrollo integral y endógeno, originando situaciones de alto riesgo para la estabilidad internacional, con un serio deterioro de los equilibrios sociales, naturales, culturales y éticos, acumulándose la riqueza en un polo, cada vez menor, y la miseria y la marginación en el otro, cada vez mayor.
Como escribió Luis Bedés, "Los males que nos afligen, los problemas que acusamos, el hambre y la pobreza, el terrorismo y la violencia, la desigualdad y la injusticia, denotan la insuficiencia del orden establecido. Las deficiencias del orden internacional sacan a flote las internas de las naciones y, estas a su vez, afloran las del ser humano". No podemos reposar hasta conseguir que la sanidad llegue a todos los rincones, que todos los seres humanos, sea cual sea su lengua, creencia o color, puedan vivir juntos. Hay que trabajar incansablemente sin pedir nada a cambio. "El voluntariado sigue siendo vocación universal".
Solidaridad es dar y darse. Es vivir y sentir la alegrÃa de la entrega. Como ha escrito Kahlil Gibran, en "El Profeta", fuente permanente de inspiración, "Sólo dais realmente cuando dais algo de vosotros mismosÂ? Bueno es dar cuando os piden, pero mejor es dar antesÂ? Todo cuanto tenéis será dado algún dÃaÂ? Dad pues ahora, para que la estación de las dádivas sea vuestra y no de vuestros herederos. A menudo decÃs: "yo darÃa, pero sólo a quien lo merezca". Los árboles de vuestro huerto no hablan asÃÂ? Dan para poder vivir, porque guardar es morirÂ? ¿Hay merecimiento mayor que el del que da el valor y la confianza -no la caridad- de recibir?Â? Mirad primero si merecéisÂ?"
Manos que no dais, ¿qué esperáis?
A veces, ante la magnitud de las necesidades y la precariedad de los medios, nos sentimos abrumados y nos invade la tentación de desistir. Tenemos entonces que recordar la voz serena de otra Madre Teresa, la Madre Teresa de Calcuta que nos dejó el mensaje inolvidable de su portentoso ejemplo: "SÃ: sois como una gota en el océano. Pero si esta gota no existiera, el océano la echarÃa de menos".