Asà Mao Zedong proclamó la sumisión de la cultura a la polÃtica en un discurso pronunciado en 1942 en Yan´an (provincia de Shaanxi, centro rural del paÃs), una directriz ideológica que afectó al cine -el arte más importante del siglo XX- y alcanzó su máxima radicalidad en la Revolución Cultural de los años 70, para relajarse -sin nunca morir- hasta la actualidad.
Todas las artes -como insistÃa Mao en su discurso- debÃan tener como destinatario a los trabajadores y hablar de la "realidad": el materialismo histórico negaba la existencia de ideas "en abstracto" y una pelÃcula no podÃa hablar de "amor universal", ya que no existÃa amor que trascendiera el "amor de clase".
La manera más eficaz de conocer el "lenguaje de las masas" era vivir como ellas: los cineastas eran enviados a campos de trabajo, aunque la producción de pelÃculas no se detuvo por completo, sino que alcanzó la máxima fusión entre arte y polÃtica en los llamados "clásicos rojos" del cine chino.
Pasada esta etapa de anarquÃa dirigida y con la llegada al poder de Deng Xiaoping, la politización del arte chino se relajó pero siguió presente: las autoridades promovieron la creación de obras "de cicatrices", crÃticas con la Revolución Cultural, que -en muchos casos- legitimaban el nuevo liderazgo, que dejaba atrás el maoÃsmo exacerbado y se abrÃa al mundo y al libre mercado.
Aunque esta "segunda primavera", donde se dio libertad para encarar al Partido Comunista -aunque fuera sobre sus polÃticas en un cierto lapso de tiempo-, fue breve: muchas de las pelÃculas que posteriormente trataron el tema de la Revolución Cultural sufrieron la censura oficial y se vieron de manera clandestina.
Filmes que mostraban la violencia de esa etapa como "Adiós a mi concubina" y "Vivir" sufrieron la censura, mientras que largometrajes como "Al calor del sol", que trataban esa etapa de manera indirecta, pudieron ser exhibidos en China.
"Cualquier intento de tratar la Revolución Cultural de manera positiva es imposible. Cualquier intento de nombrar y perseguir a quienes asesinaron y torturaron -y no han sido enjuiciados- es imposible", asegura Berry, para quien "las restricciones se han vuelto más fuertes" con el actual presidente chino, Xi Jinping.
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