Una cuasi pesadilla política

Parece que vivimos un tiempo de fantasmagoría surrealista. La lógica está ausente casi de todo; el buen sentido, ni qué se diga; hasta el sentido común (dicen que no es el común de los sentidos) parece estar también ausente. Hemos perdido la brújula y navegamos a la deriva en altamar, extraviados. ¿Es una pesadilla? A lo mejor. Toquemos madera. Que vuelva la cordura, por favor.

También tiene la impronta de una broma; pero no hay tal, por más que se pinte en el rostro la mueca de una sonrisa. Como se recordará, vivíamos antes en un país que desde su creación se llamaba república. De pronto, a algún yatiri se le ocurrió cambiar por Estado Plurinacional, con 36 naciones fantasmas. En otras partes del mundo civilizado una nación puede tener Estados; aquí se fundó un Estado con varias naciones. Claro que además de originario, es original.

Poco a poco, pero cada vez con mayor descaro, se desconoce el resultado de febrero. Malos perdedores, no quieren reconocer su derrota. Dizque si el pueblo lo pide, Morales y el otro señor volverán a candidatear. Los sindicatos subversivos se arrogan la representación del pueblo; sólo ellos son el "pueblo"; el resto es cualquier cosa. Ahora último, en Tarata, un dirigente cocalero impartió la consigna de apoyar a rajatabla la candidatura del jefazo. Son ellos los que propician otra vez la candidatura única para garantizar la continuidad del "vivir bien".

Mientras sigue la oposición en la lona, los otros preparan la arremetida contra la democracia. Acaban de reponer el uso de la dinamita en las marchas para acrecentar el miedo. Y ese mismo día del Decreto 2754 alguien se mató al manipularla. Después de aquella disputa del cerro Posokoni en Huanuni (2006), a plan de dinamitazos, con 16 muertos, se creyó - ilusamente - que la prohibición era un paso hacia la civilización. Ahora retrocedemos a la jungla.

Y lo que faltaba. Una historia sentimental ganó de golpe y porrazo el primer plano de la expectativa pública. En el resultado de febrero quizá fue la gota que rebasó el vaso, pero no el factor determinante. En cambio se evidenció que Zapata operaba desde las oficinas gubernamentales, aparentemente asumiendo una representación clandestina. Por lo demás, la corrupción no deja testimonios, pero los hechos hablan: ¿Por qué se contrató a una joven sin atributos profesionales que ameriten su designación? Resulta difícil creer que los chinos hubiesen cometido ese error. Otra pregunta: ¿Por qué tantas versiones contradictorias respecto al presunto hijo de Morales?

(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia