Miercoles 11 de mayo de 2016
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Hay situaciones de discordancia, desavenencias, contradicciones y desacuerdos en el país que no pueden continuar. El Gobierno se mantiene en posiciones donde los errores de discordia, discriminación, desacuerdos con todos no lo dejan ver realidades que él, con todos los poderes que tiene, podría salvar y evitar su repetición futura. Por su parte, quienes aparentemente están en una oposición, tampoco muestran concordancia con los propósitos que albergan y no dan brazo a torcer en cuestiones que es preciso resolver conjuntamente el gobierno; por su parte, los integrantes del Legislativo, con mayoría oficialista y con una minoría de oposición, tampoco cumplen su labor de control ni aquellas que se deben adoptar para una marcha más homogénea del país en que el gobierno, la colectividad y la oposición actúen de consuno en pro de los intereses generales.
Acusaciones, denuncias, escándalos y otros hechos negativos se conocen en el diario vivir de la colectividad; parecería que, a velocidad inusitada, querríamos estar como en Somalia donde el principio que hacen a los Estados desaparezcan y sólo reine el caos, el conflicto entre las diversas fuerzas en pugna y la vigencia del derecho de la fuerza o de las armas en detrimento y desconocimiento de la fuerza del Derecho que es el cumplimiento de la Constitución y las leyes está ausente. Estos extremos, dolorosos y lamentables, se viven porque el gobierno parecería no querer hacer gestión, administrar el país, sancionar a quienes han cometido delitos de corrupción y, por el contrario, vivir casi encadenado a problemas nimios como son los personales que son atentados contra los remedios que necesita el país.