Desde el exterior nos llega a los bolivianos la noticia de que las exportaciones de gas natural a Argentina han caÃdo y que ese paÃs se ha visto obligado a llegar a acuerdos con Chile para comprar gas a un precio más alto.
Como no entran en detalles, esas informaciones no dicen que, debido a esta situación, Bolivia debe pagar a Argentina el valor del gas que no está enviando.
En esa letra chica están contenidos los peores problemas, porque Bolivia deberá pagar a Argentina con la tarifa intencional, de $us 10,4/millón de BTU, y no con el precio bilateral vigente ahora, de $us 3,80. Y la letra chica ordena que Bolivia pague, además, una multa de 15% del valor del volumen no enviado.
Una situación similar se presenta con Brasil. Se está enviando volúmenes menores de gas, pero la tormenta polÃtica de ese paÃs hace que la noticia no alcance los ribetes que merecerÃa.
El escándalo desatado a raÃz de aventuras amorosas del Presidente Evo Morales está ofreciendo informes sobre la corrupción oficial a borbotones, pero de manera desordenada.
El periodismo está cumpliendo ahora su función de fiscalización. Y lo está haciendo muy bien. No pasa
un dÃa que no se conozcan detalles de nuevos hechos escandalosos.
Esa es la fiscalización periodÃstica. Falta que las instituciones del Estado, creadas para ello, cumplan con su función y lleven a la cárcel a los responsables.
En Brasil está a punto de ser destituida la señora Dilma Rouseff por hechos de corrupción muy parecidos a los que descubren en Bolivia.
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