Martes 03 de mayo de 2016
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Editorial y opiniones
Todos podemos convertirnos en ladrones de energía
03 may 2016
Marina Ortiz Mingot
Frustración, negatividad, críticas constantes, envidia, necesidad de ser reconocidos? Son algunas de las características que definen a las llamadas personas tóxicas o víricas. Se pueden reconocer en la gente que, con sólo compartir unos minutos de conversación, crea cierto malestar en la otra persona. Si la risa y la alegría se contagian, igual ocurre con el mal humor o la tristeza y hay quien tiene la facilidad de hacer que esas sensaciones negativas afecten a las personas que tienen cerca.
"Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas, frustraciones y tristeza. No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de ellos. No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos", opina Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro "Gente tóxica". También explica que hay que evitar que este tipo de comportamientos afecten demasiado a nuestra vida si los tenemos cerca, no hay que dejarse contagiar y se debe ayudar a quién tenga esta conducta.
El primer paso para que no nos influyan, es identificar a ese tipo de persona y tras esto, establecer un refuerzo de nuestra autoestima y adquirir estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, algunos terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes para evitar caer en esa dinámica tóxica.
Pero, ¿cómo se explican esos comportamientos tan habituales en algunas personas? Las situaciones negativas pueden afectar de manera grave en algunas personas y esto las vuelve inseguras y les provocan miedos que se manifiestan a través de esa conducta "tóxica".