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Domingo 01 de mayo de 2016

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Revista Dominical

Entre escritores, críticos y libros

01 may 2016

Por: Carlos Decker-Molina

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Hace unas semanas estuve en la Primera Feria Literaria de Estocolmo. La diferencia con la Feria del Libro, que tiene lugar en Gotemburgo a principios de octubre, es el protagonismo.

En la capital sueca, se congregan escritores, críticos, traductores, productores, editores y periodistas de cultura. En Gotemburgo es el libro el protagonista principal.

La Casa de la Cultura se convirtió dos días en una colmena cultural, se habló de teatro, poesía, crítica, cuento, novela, literatura para niños y se entregó un premio al Instituto de Fomento a la Lectura que esta vez se dedicó a incrementar la lectura en el suburbio donde viven muchos inmigrantes y refugiados.

Una de las tareas premiadas es la edición de un periódico en sueco fácil que permite leer, entender y asimilar una información escrita con sencillez, exclusivamente para consumo de los inmigrantes y refugiados recién incorporados al idioma.

A lo largo de dos días escuché la palabra Bolivia un par de veces. La primera en la presentación del periodista Joakim Medin que estuvo en Siria para informar sobre la guerra. Joakim ha escrito el libro Kobane, porque su tarea central fue reportear la liberación de esa ciudad por las tropas kurdas, que desalojaron a los yihadistas del Estado Islamita (IS) que la tenían sitiada. Joakim relató que, uno de los jefes de las milicias yihadistas, es un joven noruego de origen boliviano convertido al islam. Tengo la promesa de un material especial sobre el mencionado noruego/boliviano.

La segunda alusión a Bolivia fue en una conversación con la poetisa sueca/persa Athena Farrokhzad, quien me contó que su compañero ha escrito un libro sobre la Bolivia de Evo Morales, que también me prometió hacerme llegar.

En la Feria Literaria conocí muchos escritores que siendo suecos tienen otros orígenes, como la misma Athena que es sueca, aunque nacida en Irán o Alejandro Leiva que llegó a los 9 años de la lejana ciudad de Concepción de Chile. Alejandro es dramaturgo y usa en sus piezas teatrales el idioma sueco del suburbio que ha incorporado palabras de otros vocabularios.

Fue interesante escuchar a tres críticos literarios hablar de la crisis de la profesión debido a la presencia de pseudo-críticos en los medios sociales, o los comentarios de las editoriales que tienen sólo el afán de vender y que se publican en diarios y revistas como si se tratara de crítica literaria. "La crítica - la verdadera - debe producir una cierta fricción", dijo Viola Bao, una sueca/asiática que luego debatió con la escritora danesa Maja Lee Langvad su libro crítico a las transnacionales de la adopción. Maja dijo no sentirse bien ni es la patria de adopción (Dinamarca) y mucho menos en la de origen (Corea), en ambos lugares soy un "ave rara"; "cuando digo que soy danesa, me miran de arriba abajo y sonríen con malicia, en ambos lugares".

Este festival me hizo pensar en Bolivia. Suecia es un país lector, quizá uno de los más lectores per cápita del mundo. Bolivia no, lee sólo una parte pequeña de su población, pero, debiera fomentarse la lectura creando institutos de fomento a la lectura, bibliotecas móviles, ediciones síntesis de la bibliografía clásica, que tuvo Chile en la época de Allende, gracias a la iniciativa de la editorial Quimantú. En Suecia, dos jovencitas crearon su propio trabajo y son editoras de Novelix, en cuyo catálogo figura entre otros muchos títulos: Un Corazón sencillo de Gustave Flaubert, en 58 páginas en un formato que entra en el bolsillo de un vaquero.

La poesía de Athena Farrokhzad es excelente por su economía en las palabras, por su subversión subyacente y porque dice cosas como si fuera un "caballo de Troya en el interior de la sociedad sueca, que tiene sus contradicciones ocultas en el silencio".

La última mención sobre Bolivia fue en un diálogo entre Athena, Svetlana Cãrstean de Rumania y yo, que hablé de la poesía del soldado Terán, "porque yo no soy poeta" y les traduje algunas líneas de "este libro":

"las posibles fronteras han sido visitadas

y aun así nada fue dicho

ni la sed fue colmada

ni el viaje ha terminado".

Fue un fin de semana estupendo. No faltaron los corrillos y los diálogos, las charlas informales (tal vez las mejores) mientras se saboreaban bocadillos o vinos o cervezas o agua mineral o cafés con aromas de Colombia o de Brasil.

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