El Decálogo

La llamada "Carta de la Tierra" -en palabras de Mijail Gorvachev- es "el manifiesto de una nueva ética para el nuevo mundo", es decir la zapata que han venido trabajando y sustentado los propulsores del Nuevo Orden Mundial, para sustituir el Decálogo por la ideología de la Nueva Era, a fin de erradicar a Dios de la faz de la tierra:

«Hay que ayudar a la humanidad a cambiar la visión antropológica del hombre. Se necesita hacer la transición de la idea del hombre como rey de la naturaleza a la convicción que el hombre forma parte de ella. Necesitamos encontrar un nuevo paradigma que reemplace los vagos conceptos antropológicos. Esos nuevos conceptos se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética, y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra» (Mijail Gorvachov).

¿Qué es el Decálogo divino? Uno de los vocablos más empleados en la Biblia y que posee una importancia excepcional es la palabra Decálogo.

Atraviesa todas las más importantes páginas desde Moisés, y es citado con honor por el mismo Jesús.

Cuando Dios conformó a su pueblo santo de Israel, lo salvo de la esclavitud de Egipto y lo llevó a su propia tierra santa, lo organizó mediante las leyes de los Diez Mandamientos que entregó a Moisés sobre el monte Sinaí.

Literalmente decálogo significa: "las diez palabras", y se refiere a los diez mandamientos. La escritura afirma que estas diez palabras Dios las escribió con su propio dedo, para distinguirlas en importancia de los demás preceptos y avisos que Dios hubiera dado a Moisés y a los profetas.

Para comprender la importancia de los Mandamientos, es preciso recordar el ambiente histórico en que se promulgan: Dios firma una alianza con su Pueblo, si observan sus mandatos, Dios será su Dios y Padre, y el pueblo israelita será el Pueblo de Dios. Recuerda Dios a los israelitas que fueron liberados de la ominosa esclavitud de Egipto, no por su propio poder ni por su habilidad, sino por los continuados prodigios obrados por �l, así les recuerda Moisés de parte de Yahvé:

"Acuérdate de que fuiste siervo en el país de Egipto y que Yahvé, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y con brazo extendido" (Deuteronomio 5:15).

Fue una sucesión admirable de prodigios para que el Faraón los dejara en libertad y otra colección de milagros en los cuarenta años que duró su viaje hasta la tierra prometida.

El ambiente de la alianza es impresionante, según el Deuteronomio que dice así:

«�stas son las palabras que Yahvé, con poderosa voz, dirigió a toda vuestra asamblea en el monte, desde el fuego, la nube y las tinieblas; y no añadió más. Las escribió sobre dos tablas de piedra, las cuales �l me entregó» (5:22).

Entre tanto misterio y tanta solemnidad de parte de Dios el pueblo recibe la invitación a la Alianza, y cuando convencido de su utilidad la acepta, Dios le ofrece el Decálogo o las condiciones que habían de observar para llevar a plenitud la Alianza.

Jesús manifestó que había venido al mundo, no para abolir las leyes del Decálogo, sino para confirmarlas, perfeccionarlas, aplicarlas a los tiempos actuales.

El Decálogo enuncia las exigencias del amor de Dios y del prójimo.

Los tres primeros mandamientos se refieren más al amor de Dios, y los otros siete más al amor del prójimo.

Los Diez Mandamientos o Decálogo no son obra de Moisés, quien meramente es un transmisor, pertenecen a la Revelación de Dios, nos enseñan al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre, ponen de relieve los deberes esenciales y por tanto indirectamente los derechos fundamentales inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Decálogo por expresar los deberes del hombre a Dios y su prójimo, revela en su contenido primordial obligaciones graves, son básicamente inmutables y su obligación vale siempre y en todas partes.

Nadie podría dispensar de ellos. Los Diez Mandamientos están grabados por Dios en el corazón humano, de ahí la importancia de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, es decir del Decálogo.

(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total

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