La realidad polÃtica nacional es de manera general compleja en el momento actual pues no se han dado y por lo menos de inmediato no hay las condiciones propicias para señalar renovación de lÃderes en todas las fuerzas polÃticas que aparecen compitiendo en las últimas lides polÃticas convocadas en el paÃs. La mayorÃa de los partidos y agrupaciones ciudadanas, están dirigidas por "viejos" polÃticos, experimentados por supuesto, pero sosteniendo ciertos elementos ideológicos, doctrinales y programáticos que deben actualizarse en función al avance circunstancial de los hechos que evolucionan en el ámbito internacional.
Los cambios sociales se dan en las bases, la gente exige reformas y plantea sus problemas desde el ámbito de la realidad en que se desenvuelven, en la mayorÃa de los casos, bajo la vigencia de estructuras anquilosadas cuyos cambios resisten los sectores polÃticos conservadores y que confrontan la "revolución del cambio" para alcanzar objetivos más próximos a la justicia, la equidad y libertad.
Revoluciones se han producido muchas en todo el continente, pero las que tienen cierta relación de región o continente con nuestro sistema vigente han dado constancia de la vigencia de fuerzas que rompen los esquemas y partiendo de ese fenómeno de que toda revolución implica un cambio, están tratando de posesionar una nueva corriente que sin ser expresamente derechista, tampoco centrista y menos netamente izquierdista, se ubica más bien en opciones como justicialismo y equidad, o democracia y libertad, buscando directamente bienestar social con respeto a los derechos humanos.
Analizando seriamente esa falencia nacional, la Iglesia Católica postula la formación de un nuevo contingente de polÃticos que asuman responsabilidad para renovar las direcciones polÃticas, que se conviertan en referentes de la representación popular y actúen en consonancia con los anhelos, inquietudes y esperanzas del pueblo, por encima de los intereses partidocráticos que sólo buscan beneficios sectarios para disfrutar del manejo de la cosa pública, como sucede con los esquemas tradicionalistas.
Hay necesidad de formar nuevos conductores polÃticos, dirigentes empapados de conciencia social y no de meras teorÃas que responden a la práctica de "anti" valores, para descalificar cualquier cosa, en lugar de abrir ampliamente los factores de solidaridad, integración en democracia con justicia y libertad.
Fuente: LA PATRIA
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