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Domingo 24 de abril de 2016

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Cultural El Duende

Borges y el fútbol

24 abr 2016

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Segunda de tres partes

"Yo siempre he sido un solitario. Yo me siento desdichado si estoy en una reunión en donde hay, digamos, media docena de personas... Ciertamente, no soy multitudinario", confesó Borges en una ocasión. Como contraparte, el fútbol: un deporte de equipo, once en total. Borges, por esta necesidad de soledad, nunca habría soportado jugar fútbol. Hubiera preferido el tenis, correr, la natación. O quizá el velero, como Einstein. Deportes individuales, en suma. De hecho disfrutaba bastante caminar, sobre todo por Buenos Aires. Paseaba muchas horas y, si hacía falta, se detenía en un bar.

Conversaba con sus amigos sobre literatura y otras divagaciones. Lo acompañaban frecuentemente Francisco Luis Bernárdez (quien llegaría a ser su jefe en la Biblioteca Miguel Cané y cuya hermana, Aurora, se casaría con Julio Cortázar en París), Manuel Peyrou y el famoso impuntual Carlos Mastronardi. Presumía haber llegado desde el centro hasta Puente Alsina, la Chacarita y la zona del bajo, en Saavedra. Eso de correr persiguiendo un balón le parecía absurdo: el fútbol "es feo estéticamente. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos... Mucho más lindas que el fútbol son las riñas de gallos. Ocurren ahí nomás, al lado de uno, son ideales para miopes." (Y ya que mencionamos el número once, no sobra rememorar la pasión de Borges por la Cábala y por el barrio del Once. En una esquina del Once discutió con Macedonio Fernández sobre la muerte: "Es, en la deshabitada noche, / cierta esquina del Once en la que Macedonio Fernández, que ha muerto, / sigue explicándome que la muerte es una falacia."

También describió algo inusual, un crucero con cinco esquinas. Por estas coincidencias, la Cábala, el arte de pulir las palabras para descubrir su valor numérico, sugiere que a Borges debería gustarle el fútbol. Si quisiéramos insistir aún más, podríamos evocar otro signo: el número de su primera casa en la calle Quintana. Se trata del 222. En las canchas de fútbol contamos 22 jugadores. También suman 22 los arcanos mayores del tarot, que Borges consultaba con cierta frecuencia (el I Ching precisamente). Una última sugerencia numérica: el "AC Milan" fue fundado en 1899, el año del nacimiento de Borges. Descreer de las coincidencias y fiarse de la Cábala nos llevan a estas conclusiones.) Un periodista deportivo señalaba con un deje irónico o burlón que la infancia de Borges "debe [de] haber sido triste y aburrida, porque no recordar un picado en el barro con pelota de trapo es no haber conocido ni gustado del dulzor de la infancia."

Umberto Eco también ha renegado: "el fútbol es una de las supersticiones religiosas más extendidas de nuestro tiempo. Podríamos decir ahora que es el verdadero opio de los pueblos. Por mi parte yo estoy muy contento porque cada vez que juega la selección italiana, me vaya dar unos paseos magníficos por las calles desiertas de Bolonia." El laberíntico ajedrez: "En el Oriente se encendió esta guerra / cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. / Como el oro, este juego es infinito." El ajedrez, prisión de Borges, deporte y milicia, destreza, estrategia, alfil y torre, llave y sagrado crucifijo. La humanidad comenzó a jugar con los tableros negros y blancos y, ahora, por diversión, patea esféricos balones de cuero. Es un signo evidente de decadencia, criticó Borges: "Resulta increíble que en una cultura que se desarrolla con juegos como el ajedrez hubiera degenerado en juegos tan vulgares como el fútbol." (El ajedrez como deporte. Como deporte ciencia. Xul Solar y Borges conversaron horas sin término sobre él. Hay cuentos, pretextos, poemas, versos y referencias interminables de Borges a este arcaico y siempre actual, siempre moderno, juego. Quizá ahora se juega menos al ajedrez. Se prefiere la televisión... o el fútbol.)

Dos escritores sudamericanos, Mario Vargas Llosa y Ernesto Sábato, y otro mexicano, Juan Villoro, han confesado su afición, o al menos gusto, por el fútbol. Vargas Llosa fue acreditado como periodista para cubrir la información de la Selección de Perú en la fase final de España ´82. Escribió el artículo "Elogio de la crítica de fútbol", un texto clásico donde estableció que la sección deportiva de un periódico constituye una modalidad de literatura de ficción contemporánea: "crea mitología, incrusta lo irreal en la realidad cotidiana y añade una dimensión mágica de la experiencia humana gracias a la vitalidad, la imaginación, la libertad y la audacia de estilos y al desarrollo del instinto poético con técnicas retóricas."

A Borges, buen conocedor de la literatura fantástica, no le interesó ver esto. (Juan Villoro contó en alguna ocasión cómo él caía estrepitosamente al piso después de intentar un remate con la cabeza -fallido- en el mismo momento en que Neil Armstrong desafiaba en la luna, por primera vez, la gravedad. Y Sábato, defensa mediocre, esgrimía una razón bastante vulnerable: "No podía cabecear bien, porque fui el penúltimo chico de once hijos varones y nací medio descalcificado.")

El Mundial Argentina ´78

Una revista de actualidad reunió a Borges con el entonces director técnico de la selección argentina, César Luis Menorti. "Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo", comentaría Borges más tarde. De hecho, hay una conversación completa entre ellos, conversación que no tiene desperdicio. Y también un artículo que apareció en La Nación en mayo de 1978 ("El Mundial de fútbol en opinión de Borges"), pocos meses antes de que Argentina recibiera a los países competidores.

Algunos días más tarde, en la calle, le preguntaron a Borges si conocía a César Luis Menotti. "¿Menotti? ¿Quién es, un filósofo griego?", fingió.

Cito a Eduardo Galeano otra vez: "En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan. Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en que la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del ´78."

En septiembre, ya pasado el Mundial, apareció el "Reportaje de Menotti a Borges". He aquí una muestra:

"-No quiero que lo tome a mal -comienza Menotti- pero me llamó la atención leer en los diarios declaraciones suyas respecto a que el fútbol era un deporte de imbéciles.

-Yo nunca dije eso -repara Borges-. Lo que yo dije fue que tuvo excesiva importancia un juego que a mí me parece frívolo. Me suena rarísimo escuchar frases como ´Hemos vencido a Holanda´. No hemos tomado Rotterdam, ni Amsterdam, ni ninguna cosa patrimonio de ellos. Simplemente once jugadores de los cuales uno fue traído expresamente de España, le ganaron a otros once.

Entonces pienso: ¿qué importancia puede tener eso? Ya Aristóteles decía que era una metáfora decir que Grecia había vencido a Persia. Lo correcto era decir que un ejército griego había vencido a uno persa, y punto. Pero parece que esa metáfora fue tomada muy en serio y aplicada a un juego que es totalmente convencional. La gente lo ha tomado de un modo increíble. Es como si pensara de una manera irreal y se haya olvidado de que ellos pagaron la entrada para convertirse en meros espectadores. Pero a la luz de las declaraciones se sienten como si hubieran jugado el partido final. Y aunque lo hubieran hecho, eso no sería tan importante."

Otro punto de contacto entre Borges y César Luis Menotti fue aquel documento que, en 1980, dos años después, la asociación "Familiares" pidió a estos dos personajes que firmaran. Ambos accedieron. El documento pedía que se dieran a conocer las listas de los desaparecidos. Desde la muerte del escritor, Menotti no ha ocultado su predilección literaria por él.

No es raro que lo cite en sus análisis deportivos. Por ejemplo, en el artículo "Fútbol sin trampas", escribe: "Siguiendo con Borges: ´la literatura es orden y aventura´. También el fútbol." Jorge Valdano, otro escritor futbolista, recurre con relativa frecuencia a la pluma del homero argentino. ¡Borges al servicio del fútbol!

Continuará

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