Jueves 21 de abril de 2016
ver hoy
El populismo sectario pretende que la historia comienza con su advenimiento. Desecha lo logrado o se empeña en hacer fracasar lo existente. En el poder imagina enemigos internos y externos, a los que les atribuye todos los males, y repite que rechazando lo pasado se llega a la dicha colectiva; el agonizante chavismo creó el Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo.
Pero, tarde o temprano, llega el fracaso. Entonces, pocos se atreven a negar las carencias, la ineficiencia, las iniquidades y la corrupción degradantes. Pero puede más el afán de aferrarse al poder, insistiendo en continuar con un modelo acabado. Esto, lamentablemente, significa una larga penuria y la incertidumbre de que si se podrá llegar a lo sensato, honesto y prudente.
Bolivia inició el siglo XXI con la certeza de que la riqueza petrolera podÃa impulsar su desarrollo. Se abrió la posibilidad de que, a partir de ese recurso, se impulsara un proceso de industrialización y de diversificación de sus exportaciones. Las circunstancias eran favorables, los precios internacionales subÃan y esto prometÃa excedentes. Surgió, entonces, la tendencia populista atolondrada y se incrementó el gasto insustancial y superfluo, al tiempo que crecÃa una nueva clase alimentada por la corrupción.