No hay justicia, no hay siquiera una remota posibilidad de creer en ella. La combinación letal entre venalidad e incompetencia han atrapado un sistema que nunca funcionó, pero que hoy está más podrido que nunca ¿Es que acaso hoy una mujer o un hombre pobres pueden acercarse a los estrados judiciales con una remota posibilidad de saber que serán tratados de acuerdo a la ley? ¿Es que acaso alguien supone que si no entra en el circuito de la coima pequeña, mediana o grande, según la cara del litigante, tiene alguna opción de ser tratado como reza la norma?
El ejemplo cunde. Las instituciones del Estado como las Fuerzas Armadas y la PolicÃa, sobre todo la policÃa, están copadas por la polÃtica (como siempre) y avanzan a bandazos. Hay policÃas volteadores, cómplices de organizaciones criminales, violadores. Una oficial de las FF.AA. violada, torturada y asesinadaÂ?Comisiones que investigan sin investigar, que trabajan arduamente para ordenar argumentos que justifiquen lo injustificable. Ligazón total de dependencia entre los tres poderes del Estado.
Pero no nos equivoquemos, todos somos responsables de lo que está sucediendo. Hemos llegado a los niveles en que estamos en virtud de un adormecimiento colectivo. Ningún proceso por buenos que sean algunos o muchos de sus resultados, puede justificar la destrucción sistemática de los valores esenciales que hacen de una sociedad un espacio común en el que valga la pena vivir.
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