Hay que empezar recordando que nuestra Constitución PolÃtica del Estado (CPE), plantea para la práctica de los bolivianos y bolivianas, una cultura de paz, una vida armoniosa, de diálogo y de respeto a los derechos ciudadanos lo que conlleva un diario vivir de paz y tranquilidad entre todos.
Hay que entender luego que nuestro paÃs es eminentemente pacifista, en su historia no tiene una sola acción de belicismo, en muchos casos fue objeto de invasiones territoriales y sólo atinó a defenderse, casi siempre en desigualdad de condiciones.
Factores predominantes de injusticia marcados desde la fundación de la República han abierto heridas que todavÃa no han cicatrizado, mucho antes de la vigencia de la Nación, como lo denuncian los historiadores, pasaron 500 años de injusticia que son reivindicados con una serie de cambios sociales que se aplican en el tiempo presente y justamente con la polÃtica vigente.
Para los polÃticos que estudian este fenómeno, muchas cosas pueden cambiar siempre y cuando se apliquen normas, condiciones y estados de derecho que reivindiquen los hechos negativos y los conviertan en nuevas opciones para unir a los bolivianos y no para profundizar rencores de un pasado oprobioso que ya ha sido superado.
Sin embargo, por observaciones de dirigentes (activistas) de Derechos Humanos, hay algunos hechos preocupantes que se producen en la cotidianidad y muestran una posición que incita al odio, la discriminación y el encono entre bolivianos cuando una alta autoridad de gobierno alienta con sus mensajes la práctica del odio y el menosprecio entre hermanos bolivianos, propugnando hasta el uso de la violencia para marcar predominio de una clase social, ahora gobernante.
Para dirigentes que practican la defensa de los Derechos Humanos, resulta incongruente que en actos oficiales, en comunidades rurales se aprovechen tales espacios para sembrar condiciones adversas contra los opositores polÃticos a tÃtulo de defender al Primer Mandatario, pero elevando el tono de los discursos convocando a "destruir la oposición", como si se tratara de enemigos, cuando lo importante corresponderÃa proponer espacios de diálogo, para debatir ideas en democracia y con pleno respeto de derechos y deberes, de justicia y libertad.
Alarman ciertos discursos en los que predomina esa consigna de que "si no estás conmigo eres mi enemigo", y al enemigo hay que darle con todo, según lo que se derrama en frases que evidentemente preocupan, cuando los valores de la democracia y la justicia son relegados y se propugna púbicamente, odio, rencor y enfrentamiento.
Ya es tiempo que en el paÃs se viva en paz, con pleno respeto a los derechos de la ciudadanÃa, sin importar su condición polÃtica, pero sà respetando ideas y en su caso debatiendo las mismas para encontrar soluciones amigables, acuerdos prácticos, compromisos de servicio para satisfacer anhelos populares, marcando profundamente en nuevos mensajes, el derecho a la vida respetándonos entre todos para defender nuestra Patria soberana. Practiquemos una cultura de paz.
Fuente: LA PATRIA
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