Así es la Alta Tierra de los Urus

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Abandonados y tristes, desolación absoluta que embarga sus corazones por el abandono hecho realidad. No fue suficiente el sufrimiento encarnado cuando vivieron al predicar la palabra de Dios.

Ahora desde el cielo observan con desasosiego la miseria humana, dominante de un mundo terrenal, de desesperanza, de injusticia, ambición de poder y falto de valores.

Sin embargo, su gran amor por las personas los hace fuertes para perdonar y pese a su deterioro, mantienen su vigencia, aunque sea solo de pensamiento, cuando así lo requiere la necesidad del mortal.

Son apóstoles, establecieron su compromiso con el poder Divino para cambiar al humano por la verdad, aunque ese sentido sea irreversible. Sin extremidades muchos de ellos yacen mudos ante la indiferencia mundana.

Hoy el tiempo intenta sepultar aquel recuerdo tangible en la plaza Juan Pablo II cuyas figuras parecen más que inertes. Aunque �?l con su santa sonrisa parece no importarle, la evocación del corazón es más reconfortante que el abandono de las autoridades. Nombrarlo y recordarlo cuando se pueda es sinónimo que su presencia está vigente. Más fortalecido está por la Cruz colocada a sus espaldas, como símbolo del amor de Dios aún vigente que aún permanece para cambiar el duro sentir de la humanidad e irradiar esperanza, solidaridad y hermandad.

Esa Cruz es el reflejo, la permanencia perenne de Oruro bendecida por el Sumo Hacedor, pese a todos los errores cometidos por sus habitantes. Ahora pretende sobrevivir para hacer recuerdo de ese momento de gloria Divina que llega desde el cielo como un regalo sin precedente de un ser que murió por amor a la humanidad.

Fuente: LA PATRIA