Viernes 08 de abril de 2016

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Editorial y opiniones
Despiadado incremento de ejecuciones humanas
08 abr 2016
Raúl Pino-Ichazo Terrazas
La muerte es ante todo un fenómeno fisiológico que, por lo tanto, afecta a todos los seres humanos y que consiste en la cesación de la vida. En su sentido justo, si el ser para la muerte significa en definitiva la unión más Ãntima del hombre con Dios y la muerte, su abismarse en Ã?l.
El problema de la pena de muerte plantea la cuestión de si el poder punitivo del Estado contra el violador del derecho y el que perjudica al bien común, se extiende hasta el poder de dar muerte, que quita a las personas irrevocablemente la vida temporal.
Hoy, en los paÃses islamistas sobre todo, y en China, se han incrementado las ejecuciones en más de 320. PaÃses como Irán, Arabia Saudita y China condenan casos con juicios sumarÃsimos, si los hay, a la ejecución, dejando fehacientemente muchÃsimas dudas sobre el cumplimiento fiel del proceso debido que es un principio constitucional en la mayorÃa de los paÃses del mundo que priorizan los derechos fundamentales de la persona para su ordenamiento jurÃdico.
Todas estas ejecuciones, condenadas por AmnistÃa Internacional, son justificadas por los Estados que las practican como medidas anti-terrorismo, cuando en realidad son determinaciones para desembarazarse de sus acérrimos crÃticos polÃticos y la extrema medida sirve para librarse de ellos.
La pena de muerte atacada en la antigüedad cristiana y en la Edad Media por adversarios aislados y sin fuerza, hasta que surge Cesare Beccaria en el siglo XVIII, quien fue el primero que la impugnó con ocasión de una sentencia errada, luego fue combatida bajo la influencia de consideraciones humanitarias y de derechos penales excesivamente draconianos e implacables; finalmente, por razones de orden ideológico, no sólo fue combatida la pena de muerte de manera teorética, sino abolida o, por lo menos, no aplicada en muchos estados europeos.