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Domingo 03 de abril de 2016

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Revista Dominical

CINE Y LITERATURA

El Renacido... Furia Salvaje...

03 abr 2016

Por: Juan Manuel Fajardo - Abogado, Ensayista, Crítico de Cine

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La escritora Patricia Limerick (n.1951), profesora de historia en la Universidad de Colorado, señalaba allá por 1990, respecto del Oeste americano, territorio que inspirara centenares de realizaciones cinematográficas, "que hay una especie de insulto al pueblo indio en la idea de que el blanco se acerque a una orilla del Mississippi, mire el horizonte y diga: Esta tierra abierta es libre y mía...". Limerick integra uno de los grupos revisionistas de la historia del viejo Oeste, que consideran a los pioneros como "conquistadores que explotaron a los indios, les quitaron sus tierras y dañaron el medio ambiente con sus desmedidas tareas de caza, minería y talado de árboles". Contra lo sostenido por Frederick Jackson Turner, historiador tradicionalista, autor de tesis que hicieron del colono anglosajón, el centro de su atención sobre los asentamientos en el Oeste, presentándolo como alguien que dejó "un cómodo hogar para empezar una nueva vida en una región inhóspita a disposición de cualquiera que tuviera la valentía para dominarla", Limerick, considera que la historia tradicional "ha pasado por alto las tragedias sufridas por los indígenas, los negros, también los de habla hispana, tramperos franceses, inmigrantes chinos y otros, que contribuyeron al desarrollo del país".

El género más popular del cine que por antonomasia es el "Western", durante el siglo pasado reflejó con énfasis en memorables títulos, "La flecha rota" de Delmer Daves (1950), "Lo que no se perdona" de John Huston (1960), "Flaming Star" de John Sturges(1960), "La última cacería" de Richard Brooks (1955),con cierto grado de autenticidad, teorías sobre el trasfondo humano, social y hasta político de determinados momentos históricos sucedidos en la conquista del Oeste, que para ser ocupados sus inmensos territorios, necesariamente debían ser explorados; sobre el aborigen norteamericano y su relación con el blanco, la acelerada intromisión de la civilización en territorio virgen, al que incursionó primero el cazador, el traficante de pieles, el explorador, el ganadero y el granjero.

Después de 23 años del estreno de "Danza con lobos" (1992) de Kevin Costner, filme que revaloriza la epopeya de los últimos sioux libres, noble raza de aborígenes, su cultura, sus costumbres y el éxodo al Canadá antes del exterminio, llega "El renacido", una historia de sobrevivencia.

LEWIS Y CLARK...

En 1803, Napoleón vendió a los Estados Unidos de América, el llamado Territorio de Luisiana cuyas fronteras no eran muy precisas, se ignoraba sus límites exactos y su superficie, lugar donde las actividades de cazadores y traficantes en pieles eran intensas; fueron ellos los que empezaron explorando las aguas superiores del Mississippi y el Missouri su tributario; en aquel tiempo Thomas Jefferson organizó la primera expedición encomendando a Meriwether Lewis y William Clark "proceder a levantar mapas que incluyeran todos los ríos islas y los demás accidentes geográficos de importancia, así como de entrar en contacto con tribus indias, observar su emplazamiento, costumbres y formas de vida, también el registro de la flora y fauna, a lo largo de 6.500 kilómetros en el plazo de dos años". "El 4 de mayo de 1804 Lewis y Clark partieron de San Luis; el 13 de junio de 1805 llegaron a las cataratas del gran Missouri, el 20 de julio al pie de las Montañas Rocosas; guiados por indios shoshones atravesaron las altas cumbres y llegaron al río Clearwater el 7 de octubre; tras seguir el curso de sus aguas el 7 de noviembre avistaron el océano Pacífico. El retorno se produjo en marzo de 1806 arribando a San Luis el 23 de septiembre". El viaje de Lewis y Clark fue el primero en penetrar en el Oeste, colocando los cimientos de la senda de Oregón seguida más tarde por miles de inmigrantes.

EL RENACIDO...

El hombre civilizado muchas veces se ha encontrado de repente solo ante la naturaleza a la que debe empezar a conocer si quiere sobrevivir; tal parece el mensaje aunque no único en la vida real, en la literatura y en el filme "El renacido", galardonado con tres premios Oscar en la última gala celebrada en febrero pasado, incluido al mejor director. Días de soledad constituyen el precio del duro aprendizaje de un trampero llamado Hugh Glass (1780-1833),que en el siglo XIX asume su destino, apreciando el valor de cada primitivo elemento que la presta la naturaleza. La primera parte consta de hechos dedicados a poner en situación al personaje, el ataque de un oso grizzly, el asesinato de Hawk, su hijo, son episodios que preceden al drama que lo confinara a la soledad y a encontrarse consigo mismo. La segunda parte es el relato estremecedor de su agonía y el abandono por sus compañeros, malherido pero aún vivo, sin los elementos necesarios para afrontar la adversidad, en un territorio hostil; apenas recuperado de su desconcierto inicial, el desarrollo de un sentido práctico pone de manifiesto aspectos de su espíritu que el mismo desconocía hasta entonces; en cada uno de ellos la reflexión y los actos del protagonista, direccionan al espectador mediante el uso de alegorías, a tener fe en el porvenir. El guion está escrito por Mark L. Smith y el director Alejandro González Iñárritu sobre la novela de Michael Punke, publicada el 2002. La génesis de este relato está en la verdadera historia de Hugh Glass, cazador de la Rocky Mountain Fur Company, fundada por el General W. H. Ashley.

Desde el punto de vista técnico, cámara, color, fotografía, montaje etc., "El renacido" es un filme muy bien realizado, sin embargo, el planteamiento del tema no es nuevo, es el mismo que abordó Richard C. Sarafian en "Furia Salvaje" (1971), con algunas variantes, por ejemplo el protagonista Hugh Glass (Leonardo Di Caprio), viaja con su hijo, un muchacho mestizo que luego de la tragedia del ataque del oso es muerto a traición por otro trampero; los indios y la naturaleza se presentan como hostiles; una pirámide de huesos de búfalo que significaría la depredación de dicha especie por el hombre blanco, es tal vez un anacronismo, porque en el año en que se ambienta la historia, 1823, el exterminio en tal escala aun habían llegado, sería Buffalo Bill, William Frederick Cody, que haría celebre su nombre, cazando entre 1865 y 1866, 4280 de esos grandes bóvidos en 17 meses, para alimentar a los trabajadores del ferrocarril Kansas Pacific, sin contar aquellos cuyos nombres no recoge la historia que cazaban sólo para comer la lengua, un manjar, y en la pradera centenares de animales pudriéndose al sol. La conquista del Oeste había empezado matando búfalos, el alimento de las tribus indias, más tarde matarían por centenares los mustangs, los apalossa, los ponnies, los pintos salvajes, los caballos medio de transporte sobre el cual sin embargo los pieles rojas, entrarían cabalgando a las páginas de la historia, visibilizando a una raza de seres humanos, que agredidos en su hábitat, solamente trataron de defenderlo sin resultados positivos; hoy se hallan residenciados en las Indians Reservations, son ciudadanos de los Estados Unidos desde 1924. Pero esa es otra historia.

FURIA SALVAJE...

"Furia Salvaje" es el filme de Richard C. Sarafian (1930-2013), "Theman in de wilderness" o "El hombre en el monte", sobre un guion escrito por Jack de Witt, primera versión de la historia de Hugh Glass trampero, cazador, guía y baqueanoa las órdenes del Capitán Filmore Henry, que en 1820 siguiendo las huellas de Lewis y Clark está de expedición en territorios del Noroeste poco explorados; allí Zachary Bass (Hugh Glass) es atacado por un oso, que lo deja herido de tal magnitud, que sus compañeros de odisea deciden abandonarlo medio muerto, convencidos de que habrá de sucumbir de una u otra manera; en su agonía Bass recuerda su traumática infancia y al hijo que dejó abandonado, pensando en la dura lucha que le representará vivir en tal condición; ésta fuerza moral le impele a luchar por sanar y sobrevivir; le suceden mil peripecias; como el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, se repone, sigue las huellas de la expedición venciendo todos los obstáculos geográficos, con un propósito, aunque no muy definido de venganza, contra sus compañeros.

La reconstrucción del ambiente incide en la caracterización de los personajes, y en la sutil relación que surge entre el protagonista y su entorno, como elementos que recíprocamente se determinan; la lucha contra el bosque y la soledad. El finado actor irlandés Richard Harris encarna a Zachary Bass y John Huston caracteriza al Capitán Filmore Henry, con el cometido de extender el alcance de la cultura blanca, abriendo el camino para el intercambio comercial, atravesando montañas y ríos en un barco anfibio artillado, emplazado sobre un carromato tirado por mulas. La adaptación de esta historia, al lenguaje visual contribuyó de alguna manera a la reposición de un ser poco común, el trampero, en permanente exploración de un mundo desconocido, manteniendo el carácter del personaje a pesar de las múltiples circunstancias adversas que vive; una especie de antihéroe producto de su relación con la naturaleza, y que no es de dominio de la misma, sino de aprendizaje y de compenetración profunda; tipo exaltado por las virtudes propias de su innata habilidad para sobrevivir. Los personajes que comparten su mundo se desenvuelven sin valor ni dignidad. Este filme plantea nuevas formas culturales y otras perspectivas de ver un mundo salvaje, que hoy ya no está más.

"Furia salvaje", fue rodada en España, tiene sentido poético, excelente fotografía, con una intensidad que a medida que avanza lamentablemente decrece; un buen western, aunque pudo haber aspirado a más, si el director no se hubiera conformado con contar la historia de manera cronológica, sin incidir en otros aspectos de la aventura, que filosofen más sobre la vida del hombre en la soledad, frente a la naturaleza, como pretende "El renacido".

Fue James Feminore Cooper (1789 - 1851) que legó a la imaginación de los hombres el tipo del aventurero que abre picadas en la selva, valiente y leal de hacha y rifle infalibles, en su obra universalmente conocida "El último de los mohicanos". A través de Feminore Cooper, y otros intelectuales, la literatura norteamericana se acercó bastante al logro de un carácter propio. Cooperdes cubrió que el pasado poseía la necesaria vitalidad, si hacía uso de la naturaleza externa; con considerable ambición escribió una serie de novelas entre ellas "Los pioneros" (1823), "El piloto"(1824), "La pradera" (1827), "El rastreador" (1840), "El cazador de ciervos"(1841) y por supuesto "El último de los mohicanos", relatos de la colonización fronteriza. "El cazador vestido de piel de antílope había comenzado a surgir en la literatura cautivando la fantasía popular, que se encontraba predispuesta a aceptar al hombre de la frontera, que se aceptaba asimismo; héroe al mismo tiempo real y fantástico". "El último de los mohicanos" es más un libro de emocionantes aventuras que uno de costumbres, es la glorificación misma del empírico, despierto y preciso observador cuyas rápidas deducciones se traducen inmediatamente en acciones". Cooper coloca en el entorno de las empalizadas colonizadoras a dos tipos de seres humanos, cada cual más representativo de su mundo, Natty Bumppo el trampero, cazador y Chingachgook, último miembro de la otrora poderosa tribu mohicana, que habrá de morir en un incendio cantando una canción ancestral. Algo de ese espíritu se refleja en "El renacido", el simbolismo sentimental de un pasado, de un modo de vida que ya no tiene lugar en el mundo contemporáneo. Quizá el mérito de González Iñárritu sea el de haber trasplantado ese símbolo romántico al cine, estimulando al espectador a buscar un significado más profundo, en esta época de descreimiento total, y no quedarse en la superficie de lo visual; a observar una sociedad que trata de afianzarse en una nueva tierra de naturaleza hostil, al protagonista que está inclinado a seguir su intuición, su firme juicio, producto natural del ambiente; éste más que un personaje importado colocado en un nuevo escenario, es un ser humano resuelto, incapaz de apartarse de la decisión tomada, sólido como una roca en cuanto a su propia imagen. Son factores que le acompañan, el individualismo, la necesidad de ayudarse a sí mismo y aspectos naturales como la violencia algo inevitable, pero ciertamente previsible. Los aborígenes, son tratados después del primer feroz ataque, con cierta condescendencia; el sentido del pasado es abordado como medio de hallar explicaciones a los actos y conductas de naturales y de extraños. La esencia en éste western, no reside en el encuentro con los hostiles, sino en el enfrentamiento con el paisaje inhóspito que da origen a la historia. Temáticamente constituye un alegato en favor de la coexistencia; a la larga el protagonista se convierte en una figura solitaria y meditabunda; en una decadente comunidad de cazadores, que desde el punto vista dramático es funcional al argumento, se presenta como el centro moral desde el cual el filme juzga y condena la falta de compromiso de sus iguales, pertenecientes a una "civilización" bárbara, hipócrita, metalizada y además discriminadora. Con el aborigen se puede comerciar, y nada más; en esa tierra de desolación, ¿Cuál de éstos dos, es el buen salvaje?

DE OSOS Y TRAMPEROS...

En 1958 Walt Disney produjo "El país de los osos", filme sobre éstos habitantes de regiones salvajes, cuyo hábitat se extendía desde el Golfo de México hasta la Bahía de Hudson, y que a medida que el continente se fue poblando, retrocedieron hacia las Montañas Rocosas. Este grupo de animales, afortunadamente hoy está protegido, algunos de sus congéneres, como los del Parque Yellowstone son bastante mansos y amigables, divierten a los turistas con sus ocurrencias. Esto no siempre fue así, el oso grizzli, el mayor de su especie, vivía en los profundos e inexplorados bosques de Norteamérica y Canadá, era el señor de la floresta, un depredador que no admitía ser perturbado. Las historias de su cacería son un desafío al coraje, el oso siempre fue considerado un espécimen inteligente, fuerte y valiente, que en ocasiones luchaba hasta morir antes que escapar.

Teodoro Roosevelt, expresó alguna vez su intención de sustituir al águila calva del escudo de los Estados Unidos y colocar la imagen del oso, que representaría mejor la personalidad del norteamericano. Cazadores de osos fueron Davy Crocket y Daniel Boone. La figura del oso se popularizó más a fines del siglo XIX, a través de un juguete confeccionado artesanalmente por Margarete Steiff, nacida en 1846 en Gingen del Brenz, sur de Alemania; paralítica por la poliomielitis fue la creadora del más amado de los juguetes, el osito de felpa; condenada a vivir en silla de ruedas, eligió la única posibilidad que se le ofrecía: Coser ropa; su primer juguete de trapo fue un elefante. Hacia 1886 su taller producía como 5000 diversos animales; el negocio reclamaba novedades y en 1903 diseñó uno nuevo hecho de tela de pelo de camello, terminado tenía ojos de botones negros y el hocico puntiagudo, nadie le prestó mayor interés, hasta la feria de Leipzig donde un comerciante norteamericano pidió tres mil piezas; el osito cruzó el océano y llegó a la Casa Blanca; Roosevelt daba una recepción, y el oso como figura decorativa se encontraba en una de las mesas, allí alguien lo bautizó como el "Oso Teddy", en honor al presidente; por 1907 se habían fabricado más de un millón y de pronto se convirtió en una necesidad de la infancia, en el mejor compañero de los niños del planeta.

Han quedado para el recuerdo en las historietas, tiras cómicas, en la televisión y en el cine, la imagen de "el Hermano Oso", compañero de aventuras del conejo Rabito, en el filme de Disney de 1946 "El tío Remus o la canción del Sur", ganadora de dos premios Oscar, uno a la mejor canción y otro por efectos especiales; también recordamos con nostalgia al "Oso Barney", "Bongo" y a "Balú", para nada feroces.

Notas:

"El amanecer de un coloso".

G. W. Johnson. Plaza & Janes. 1966.

"El lejano oeste". Charles Chilton.

Ed. Bruguera. 1973.

"La gran aventura". F. Gonzales L.

Ed. Bruguera. 1976

"El último mohicano". J. Feminore

Cooper. Ed. Tor. Bs. As. 1948.

"El legado de la conquista". P. Limerick. Ed. Bruguera. 1998.

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