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Domingo 03 de abril de 2016

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Revista Dominical

El hotel de los difuntos y sus fieles guardianes

03 abr 2016

El más allá del Cementerio General de Oruro � Por: Rosmeri Aguilar A.

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Tal vez pueda parecer extraño porque se menciona este camposanto en esta época del año y no en el mes de noviembre "temporada de los difuntos", cuando se los recuerda por las acciones u obras que hicieron en el tiempo de los "vivos".

Por diversas situaciones o motivos nos acercamos al cementerio, pero compartiendo el mismo sentimiento de visitar la "ciudad de los muertos".

EL CEMENTERIO Y SUS GUARDIANES

La palabra Cementerio viene del griego Koimeterion que en español significa "Dormitorio", palabra que fue introducida por los cristianos.

El Cementerio General de Oruro fue fundado en el año 1877 (aunque esta fecha es discutible, debido a que en este lugar funcionaba el hipódromo) la superficie abarca los 9.000 m2 el mismo está ubicado en la zona sudeste, en las calles Catacora, Rengel y Tomás Frías.

Asistir a este espacio y realizar el recorrido acostumbrado para llegar al sarcófago de persona X, nos ha provocado cuestionarnos el trabajo que desempeña el "guardián" o "cuidador" del cementerio.

"Los guardianes" es el mejor denominativo que los distingue porque desde el primer instante que ponemos un pie dentro este camposanto, ellos están atentos a las señales: vigilar, resguardar, mantener el orden del cementerio es la principal tarea que deben cumplir hombres y mujeres día a día.

El silencio, los pasos desapercibidos o la mínima bulla que generan son las características que los distingue, imagino que su trabajo es uno de los más discretos pero cargado de mucha historia que les tocó vivir.

El miedo, la zozobra, la angustia por qué pasará esta noche en el cementerio "si me quedo encerrada/o aquí" es a la situación que debemos temer cuando el sol se empieza a ocultar. A tal opción responderíamos que valientes e intrépidos son los que protegen y controlan el "hotel de los difuntos".

¿Convivir con los muertos es mejor que convivir con los vivos?. Octavio Quispe Ramos, es un hombre al cual la experiencia y las anécdotas dentro del cementerio le sobran.

Son más de 20 años que hago labores en este espacio, pero mi llegada aquí se la debo a un amigo, quien viendo el trabajo que hacía en el parque del frente, se fijó en mí para tener un puesto y a partir de aquella fecha siento gran dicha por haber encontrado lo que tanto me gusta hacer.

Las ruedas de la carretilla girando al mismo paso cargando desechos del día, figuras simpáticas de árboles recién podados, el fresco olor a cemento significando la terminación de la obra son signos que refieren a las labores múltiples que cumple el guardián del cementerio.

A este párrafo se incluye "los cadáveres" en sus diversas etapas, por ejemplo la inhumación y exhumación, la primera responde a trasladar el ataúd desde la puerta hasta su destino que es el "nicho", la segunda etapa consiste en la incineración del cuerpo después de concluida su estadía en su sarcófagos pasados los 10 años.

Quedarse 10 o 20 años en el mismo lugar� antes los "cuerpos" descansaban por más temporadas, ahora por ejemplo el hacinamiento no sólo ocurre entre los vivos y sus distintos espacios, sino que en la actualidad cementerios del país se ven abarrotados de "población difunta". A este punto agregó Octavio que las exhumaciones se incrementaron cada vez más, pero quienes aliviaron el panorama fueron los cementerios clandestinos.

LAS EXHUMACIONES

El proceso de las exhumaciones tiene etapas y reglas que cumplirse, verificar primero si el nicho tiene o no su comprobante de caja renovado, caso contrario colocar el sticker con la palabra "exhumar" donde se da al familiar tiempo para que haga su reclamo o cancele su estadía del difunto por 90 días de plazo aproximado; pero si nadie pregunta por él o ella, se elabora una lista con los nombres de los elegidos, éste documento llega a manos del fiscal del distrito para que autorice las cremaciones y no exista reclamo alguno.

LA LLEGADA DE LOS DIFUNTOS AL CEMENTERIO GENERAL

Octavio Quispe subrayó que el promedio está entre dos a nueve difuntos al día y en el peor de los casos o cuando se suscita un accidente el número se incrementa a 15 cadáveres.

Compartir el dolor ajeno, acompañar la tristeza, el desconsuelo antes o después del entierro es la faceta que le tocó atravesar a Quispe, afirma que "cuando era de menos edad y la falta de experiencia que tenía en el trabajo generaba que de mis ojos brotaran lágrimas tras escuchar gritos, llantos de sufrimiento por perder a un ser querido". Ahora ocurre todo lo contrario, ya que, la fortaleza lo enorgullece para desempeñar mejor su trabajo como guardián.

Hablar de "miedo" es la última palabra que tiene escrita en su diccionario, "qué temor puedo tenerles si sus cuerpos simplemente descansan en sus sarcófagos; además que la tranquilidad abunda más aquí que afuera", resaltó Octavio Quispe.

LAS CREMACIONES DE ANTES Y AHORA

Las "cremaciones añejas" tenían procedimientos distintos en comparación con los hornos actuales; extraer el ataúd, trasladarlo al espacio más alejado y sobre él rociar alcohol para provocar fuego, las cenizas eran el resultado observable de la incineración; pero la consumación del cuerpo no era total ya que los huesos eran las piezas que requerían mayor tratamiento.

Quispe puntualizó que si el familiar deseaba encontrar a su "difunto en polvo" el paso que se realizaba era "machucar o moler" éstas extremidades o existía la opción de conservarlos, la hornacina para los perpetuos, espacio donde se guardan entre cuatro a cinco huesos que abarca 1 metro de largo dando cuenta la mitad de un nicho de 2 metros.

La otra cara de las cremaciones son los "hornos", sistema que superó al rústico por su eminente comodidad, facilidad e inmediatez para entregar los cadáveres convertidos en polvo, el trabajo no termina ahí, ya que la gente prefiere incinerarlo "fresco" y claro, si desean lo dejan enterrado o lo trasladan a sus hogares.

LAS ANÃ?CDOTAS Y VIVENCIAS COMO GUARDIANES

"Nunca me he encontrado con nada extraño, pero sí varios compañeros míos aseguran haber visto y escuchado sucesos insólitos", acentuó Quispe.

El 30 de noviembre es el aniversario del cementerio, se festeja tomando "chicha en cráneos" y se come "charquekan"; este festejo se realiza internamente.

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