Por: Marlene Durán Zuleta - Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña
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El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, sano propósito que esta criatura de presencia cristiana u otra ideologÃa se aproxime al sentimiento, ternura, esperanza y comparta su elegÃa.
El Creador valoró el hálito del hombre, indudablemente el propósito fue no contar con la expiración, sino la vida eterna. Anidó en la cavidad de su corazón inocencia de amor, consagrando una escultura incomparable, única. Con certeza, la energÃa paralela era otra existencia, honda quietud. En el calendario perenne de este mundo, fue llamada Mujer. El padre eterno registró que estos dos personajes, hombre y mujer sean indemnes y tengan aire puro.
Tanta bruma, vueltas, desacatos y recogimiento permitieron que el hombre concilie y comparta la presencia de la mujer. Consolidó el sello perdurable de amor, convirtiendo el hogar en un santuario ilimitado, herencia definitiva de regocijo, signo visible de lealtad.
Dios generoso, permite que desde la infancia evoques a mamá, nunca olvidarás que te formaste en una entraña, cuya morada brindó inagotable ternura. Esa mujer, convertida en ángel maternal, lumbre que vive en tus pupilas, si cobró altura, desde lejos convertida en estrella, iluminará tu camino, inefable en la memoria horada ilusiones, se lleva secretos de alguna incontenible travesura. Si tiene hálito dará todo por salvarte, contemplará tu sueño o te despertará de una pesadilla.
Es cotidiano, oÃr, leer, ver que algunos hombres disgregados, sostenidos por el suspiro de Dios están vivos, cargan rencor, encadenados a antiguos o recientes recuerdos, dejan que la sombra confunda su memoria, se perturban, dejan que el horizonte termine en su mirada, hieren a muerte hasta dar fin vidas. Retratados como CaÃn, no olviden que exterminar tiene castigo en el suelo y en el cielo.
Si infinidad de veces la mujer aceptó la violencia machista, (aún existe pozo del patriarcado), probablemente su instinto maternal o llanamente como Eva agigantó no diluyó la sed de amor, no tendrÃa que pecar el hombre sacrificando suspiros, de su compañera, madre de sus hijos o finalmente de la amiga que ya no requiere su amistad. Aumentan los registros de denuncias por feminicidio, no hay respeto, la violencia se vuelve deceso, empequeñeces la sabidurÃa, empañas tu alba, sentidos, luz, fe. Ya no eres ni serás libre. Aunque surja remordimiento, ningún consuelo retornará lo que fue suyo, por una pasión desmedida termina en lamento, sin respeto, con violencia se vuelve deceso y no existe refugio para el luto.
Todos los dÃas deben recordar con inteligencia que la viva expresión de esa escultura creada por Dios, es lámpara encendida por la dimensión del arte u otro sentir que llevamos en la sangre. No existe en la faz del planeta, mujer que no posea una ronda de canto, de lirio, de aroma, gardenia que siempre estará viva. Somos columna de la sociedad, imprescindible en la existencia del hombre al complementar el espacio, las glosas de ternura, la nocturna quimera que habita en algunas hogueras o en atardeceres de otoño.
Debe existir una mirada de reflexión, hombres vienen de mujer, no permanecemos detrás, estamos al lado de ustedes compartiendo la natura, complemento en la incertidumbre, en la quietud. ¿Será un desafÃo cuando olvidan el lazo espiritual y se inclinan por la ruina? No labren desgracia, ni llenen sus ojos de sal por llanto, respeten lo que el Salvador consagró. ¡La Vida!
Hombre domina la ira, cuando vaciles y resbales, alaba a Dios. Apártate de lo malo, tu corazón se inunde de amor y el bien eleve tus obras. La estadÃa en este valle de lágrimas levante tu espÃritu por seguir la impronta de la justicia. ¡La paz sea contigo!
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