Si hay un sacrificio incomparable en su magnitud por salvar del pecado a la humanidad, es la muerte del Hijo de Dios, Jesucristo crucificado, tras un penoso calvario y admitiendo en su agonÃa que se cumpla la voluntad de Dios Padre.
Es el ejemplo más claro de admitir el destino fijado para cada quien o para todos los seres de este mundo, es la voluntad suprema, inexcusable y que tarde o temprano se cumplirá en el designio de cada persona.
Recibamos el amor de Dios para manifestarlo en la cotidianidad de nuestra vida, vivamos a plenitud todos los dÃas, no sólo los de Semana Santa, vivamos el año de la misericordia, encontrando en la muerte del Hijo de Dios, el sentido de la vida, una vida corta en un mundo pequeño que no debe convertirse en campo de batalla.
El Hijo de Dios ha dado ejemplos permanentes de humildad, uno de sus últimos actos se cumplió en la última cena, cuando se arrodilló para lavar los pies de sus apóstoles, transmitiendo en esa acción su bondad y sencillez, un hecho que se repite en las ceremonias de estos dÃas cuando obispos y sacerdotes rememoran ese ejemplo que tendrÃa que extenderse en otras actitudes que practiquen los cristianos de fe.
Recordemos lo que el Papa Francisco dijo recientemente: "Redescubramos las obras de misericordia corporales, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. No olvidemos las obras de misericordia espirituales como dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los difuntos".
Este es un dÃa especial para dar gracias a Jesucristo que nos amó y nos purificó de nuestros pecados derramando su sangre y entregando su vida por voluntad de Dios Padre, para que la humanidad goce de paz, para que cesen las guerras, para que el odio no destroce hogares, para que la humildad sea parte de una vida de esperanza y fe.
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