Jueves 24 de marzo de 2016
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La presencia del Presidente norteamericano en suelo cubano constituyó un serio golpe a los gobiernos socialistas que vieron menguadas sus aspiraciones de seguir conduciendo la polÃtica en esta parte del continente americano bajo reglas totalitarias.
Barack Obama, en su alocución, dejó claramente establecido que no habrá muralla alguna que impida el acercamiento de los pueblos dentro un parámetro enteramente democrático.
Al romperse la barrera, Estados Unidos se abre al mundo para hacer posible una mejor convivencia internacional en todos los ámbitos, contribuyendo al desarrollo de regiones sudamericanas en lo económico, social y polÃtico.
Esta forma de extender lazos de amistad con Cuba, tuvo su punto de partida gracias a la visionaria gestión del Papa Francisco al pedir a ambas naciones, obrar con amplio criterio haciendo ver a los demás paÃses que en este tiempo ya no es posible estar distanciados, sino, más bien, trabajar unidos sin tapujos de ninguna clase en beneficio de la sociedad humana.
Naturalmente, el ver al mandatario estadounidense estrechar la mano de Raúl Castro y hablar al pueblo de José Martà sobre la necesidad de impulsar grandes derroteros entre ambas repúblicas, tuvo repercusiones favorables, porque se logró distensionar algo que por años se mantuvo tenso o tirante.