Martes 22 de marzo de 2016
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Editorial y opiniones
La concepción errónea de algunos "académicos" sobre el bonaportismo
22 mar 2016
Adhemar Ávalos Ortiz
A pesar de visiones retrógradas de algunos politólogos que se autodenominan académicos, cuando su nivel intelectual y de producción teórica no llega a esta magnitud, se debe calificar al bonapartismo como una ideología inspirada en la política llevada a cabo por el emperador francés Napoleón I. Bonapartismo y su derivado bonapartista son términos que pueden aplicarse tanto con criterio historiográfico como con un valor descriptivo en el presente. El principal impulsor de esta forma de gestionar en base a la figura del gobernante despótico fue Napoleón Bonaparte, el hombre que conquistó gran parte de Europa a partir de métodos militares feroces.
La primera significación define que el bonapartismo implica la defensa de los derechos políticos de la familia Bonaparte. Alcanzó su máximo esplendor durante los reinados de Carlos X y de Luis Felipe de Orleans y logró llevar al poder como emperador a Luis Napoleón Bonaparte -Napoleón III, sobrino de Napoleón I-, lo que no significa que este último fue su propulsor, sino más bien su continuador mediocre.
La segunda significación tiene como referencia la obra de Carlos Marx titulada "El XVIII Brumario de Luis Bonaparte" y como antecedente histórico el golpe de Estado promovido por él en Francia el 2 de diciembre de 1851, para restablecer el Imperio y asumir el poder imperial. Desde entonces, se llama bonapartismo al régimen autoritario que surge en circunstancias de desorden social y de pugna de poderes entre el parlamento y el ejecutivo y en que aquél finalmente queda subordinado a éste, cuyo jefe asume facultades extraordinarias para imponer el orden y promueve después la "legitimación" de todo lo actuado a través de alguna forma de participación popular, aunque muy diluida, como hizo Luis Napoleón con su plebiscito del 20 y 21 de diciembre de 1851.