Sacerdocio católico

A los sacerdotes católicos se les aplica el verso del salmo 110: "Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec", ese versículo 4 se aplica a Jesús como máximo Sacerdote, pero la tradición y la liturgia lo entienden también de todo sacerdote.

El paso de Melquisedec por la Escritura es un tanto misterioso. Se halla en el Génesis, tras la aventura en que Abraham libera de sus enemigos a su sobrino Lot, al que la Biblia por dos veces llama "hermano".

Cuando Abrahán venía de vuelta, le salió al encuentro el rey de Sodoma, entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo. Melquisedec bendijo a Abrahán diciendo: "Abrahán bendito seas de Dios Altísimo porque puso a tus enemigos en tus manos", y Abrahán bebió la décima parte de todo lo que llevaba.

Melquisedec ha servido de modelo en la presentación del sacerdocio de Jesús, dice Pablo: «Así Cristo no se exaltó a Sí mismo en hacerse Sumo Sacerdote, sino Aquel que le dijo: "Mi Hijo eres Tú, hoy te he engendrado". Así como dice cambien en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec"».

E insiste Pablo en la grandeza de este misterioso personaje. Afirma: «Este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, es el que salió al encuentro de Abrahán, cuanto éste volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo. A él también repartió Abrahán el diezmo de todo; y su nombre se interpreta, primero, rey de justicia, y luego también, rey de Salem, que es rey de paz. El cual, sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de días ni fin de vida, fue asemejado al Hijo de Dios y permanece sacerdote eternamente. Y considerad cuán grande es éste a quien el patriarca Abrahán dio una décima parte de los mejores despojos» (Hebreos 7:1-4).

Es San Pablo quien ha subrayado las gracias y las semejanzas entre el sacerdote Melquisedec y el Supremo Sacerdote Cristo. La invitación a la paz, el sacerdocio solemne y sereno, el uso del vino y del pan, la bendición que enriquece al personaje, todo sugiere a San Pablo el sacerdocio mejorado y perfectísimo de Cristo.

En su descripción del actual sacerdocio, el Concilio Vaticano II, parece tener presente la figura del Melquisedec cuando afirma: "Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos en el ejercicio de sus poderes, sin embargo están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (Hb 5:1-10; 7:24; 9:11-28), para anunciar el Evangelio a los fieles, para apacentarlos y para celebrar el culto divino" (Catecismo, 1564; Lumen Gentium, 28).

El sacerdote es el mediador que ofrece a Dios oblaciones y sacrificios en nombre del pueblo. A cambio, Dios le elige para comunicar a los hombres sus dones de gracia, misericordia y perdón.

El sacerdocio es un don del Padre a la humanidad de Jesús, �l no tuvo necesidad, como la tienen los sacerdotes católicos de una unción exterior que lo consagrase, con un "carácter" sacerdotal indeleble. Jesús es el sacerdote por excelencia: "Y tal Sumo Sacerdote nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y encumbrado sobre los cielos" (Hebreos 7:26). �l es la fuente única de todo el sacerdocio que rinde a Dios la gloria que responde a sus exigencias (cf.: Jesucristo ideal del sacerdote, Beato Columba Marmion).

La Misa Crismal del Jueves Santo (que en la Diócesis de Oruro se celebra por adelantado -el Martes Santo por razones de distancia de las parroquias rurales), es uno de los momentos cumbre de la Semana Santa, ya que en ella los fieles tomamos conciencia del amor de Dios en los sacramentos, contemplando la acción del Espíritu Santo (que simboliza el crisma) en ellos. Conciencia de lo que supone la gracia de que existan sacerdotes ministeriales, obispos y presbíteros, y examen de nuestra postura ante ellos.

La Iglesia exige un elevado grado de abnegación señaladamente en sus sacerdotes. Necesitamos pastores santos que nos guíen a vivir la fe de acuerdo a los preceptos del Señor, pero no hay que equivocarse en creer que cuando Jesús eligió a sus Apóstoles, todos ellos quedaron convertidos al instante en verdaderos santos: "Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace con el trigo" (Lc 22, 31). Nuestro aprecio al sacerdote católico debe manifestarse también en nuestra oración por su perseverancia y santidad.

(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total

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