La situación no ha sido entendida en esa justa dimensión, las reacciones más inmediatas buscaron culpables por un lado, y algunas poses triunfalistas en el otro cuando en realidad lo importante es reconocer que el pueblo respondió a otro desafÃo democrático y expresó en las urnas una posición, que ha sido aceptada con un compromiso de respetarla en la instancia venidera.
Lo que dicen los resultados en las urnas es algo que abrió una serie de conclusiones a cuál más contradictorias, entendiendo a los sectores polÃticos y el cumplimiento o no de sus proyecciones. El asunto incluso ha sido tomado como parte de una "estrategia del imperialismo para debilitar a los gobiernos revolucionarios", añadiendo el caso boliviano a lo ocurrido en Venezuela, en Guatemala y la Argentina, además de la inquietante situación del Brasil. En realidad es un argumento más, pero que en su contexto representa más bien una muestra de la voluntad popular en el marco vigente de la democracia participativa.
No se puede ignorar que existan ciertas corrientes externas que pudiesen conspirar contra planes nacionales, pero tampoco se puede evitar el hecho de que hay nuevas reacciones en el "colectivo social" que se resisten a vulnerar las reglas de juego establecidas por el propio gobierno en la nueva Constitución.
Salir por el lado de que hubo descuido en la campaña y que las "redes sociales" influyeron poderosamente para evitar una alteración en el sistema vigente, puede tener mucho de cierto y el hecho ha sido reconocido en tal dimensión, lo que obligó a una serie de actitudes en los niveles contendientes.
Lo que puede ser efecto del manejo en las redes, tampoco es una novedad, lo que sucedió es que se utilizó el sistema para divulgar denuncias que un tiempo preciso enredaron al principal conductor del gobierno y que sus más cercanos colaboradores equivocaron el camino para minimizar esa situación que subió de tono cuando pudo ser neutralizada.
A un mes de ese proceso, el problema persiste y cada dÃa se complica en función a más "leña que aumenta el fuego" del escándalo público, generando mayor preocupación ciudadana, cuando el equipo ministerial y los mandatarios dedican su tiempo pretendidamente a salvar la contingencia, en una confrontación que le hace más daño al sistema interno que deberÃa dedicar su tiempo y esfuerzo al cumplimiento de metas operativas que tienen que ver con la economÃa nacional.
Algunos hechos de corrupción se mantienen vigentes, no se han establecido claramente las responsabilidades que permitan cerrar los casos con medidas legales que limpien los hechos ilÃcitos y devuelvan confianza en la población en lo que atañe a la aplicación de la justicia, por encima de los intereses partidarios.
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