Lunes 21 de marzo de 2016
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La generalidad de las estadísticas del mundo, incluidas las de Bolivia, indican insoslayablemente que se ha producido un retroceso en el ámbito de la igualdad de género en los últimos años. Especialmente desde el inicio de la crisis económica, motivando un suspenso en el último informe de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
En materia laboral, por ejemplo, en nuestro país y los países extraterritoriales, se asiste a un constante aumento de la brecha salarial entre hombres y mujeres, oscilando entre 31 y 32%, en los últimos cinco años. Es muy significativo, negativamente, que casi un 65% de los contratados a tiempo parcial sean mujeres, cuando se sabe con certeza diáfana que el trabajo de la mujer es más prolijo y acabado; esto es muy distinto a la dedicación a las labores domésticas y al cuidado de menores, siendo que la media se estima en una dedicación mensual de apenas 5 horas en los hombres y 27 en las mujeres.
Estos datos entristecen, pues se trata de la mujer, el ser más importante de la creación, empero, no hacen claudicar ni empecer la voluntad de retomar con mayor energía las acciones para combatir los estereotipos de género desde su origen, muy especialmente a través de la educación y la formación en la materia de la igualdad de género para alcanzar la efectiva paridad laboral y social, garantizando el derecho a la salud sexual y reproducción de todas las mujeres.