En la medida que avanza el tiempo y los precios de nuestras materias primas tienen leves oscilaciones hacia arriba, lo que no garantiza un cambio inmediato en materia del presupuesto nacional, se hace necesaria la aplicación debidamente estructurada de un plan de contingencia para contrarrestar los efectos de nuestra, todavía dependiente, economía.
Lo que se maneja de manera generalizada es el tema de reforzar las inversiones para incrementar los sistemas productivos nacionales. En estos puntos convergen las opiniones de los "entendidos", por un lado los responsables del manejo de la economía nacional desde la visión gubernamental y en el otro extremo, los empresarios que viven más directamente la realidad financiera del país; al medio y con la esperanza puesta en ambos lados, el pueblo preocupado por limitaciones que de uno u otro modo, alteran los presupuestos de subsistencia.
Si bien entidades multilaterales como la CAF, el BID, BM y la CEPAL han coincidido en señalar que "la economía boliviana podrá afrontar con cierta comodidad la crisis" reinante, para lo que sugirieron además "fortalecer la inversión privada e impulsar la inversión estatal, diversificando la economía interna". Vale la pena recuperar la sugerencia, pero tomando en cuenta que en los dos sectores protagonistas, las cosas tienen sus propias reglas y el desempeño de los programas de inversión dependen en sus resultados de las opciones utilizadas favorablemente en cada tiempo y lugar.
Entre los consejos de orden pragmático y para aplicación inmediata, se mencionó la necesidad de incrementar la producción agrícola, diversificar la producción de ciertos rubros que impulsen la economía y encarar proyectos para industrializar las materias primas del país. Por supuesto que incidir en el asunto valió la pena, puesto que si bien se consignan tales planes en el contexto productivo nacional, no se acomete su realización y algunos sectores siguen siendo parte de las buenas intenciones, pero no de las acciones prácticas y efectivas.
Bajo estos parámetros es que deben crearse las condiciones propicias para establecer un abierto intercambio de opiniones coordinando entre Estado y Empresariado Privado las mejores condiciones de inversión, apoyando mutuamente aquellos planes estratégicos en los que debe haber participación conjunta y proporcional de inversiones, las que redituarán de igual modo los beneficios en la comunidad, como efecto de responsabilidades conjuntas cuidando que los resultados satisfagan el empeño de los emprendedores.
En varias ocasiones autoridades de gobierno han "retado" a los empresarios a incrementar sus inversiones, los "privados" no han rehuido en ningún momento sus responsabilidades, pero han planteado y con justificada razón, la aplicación de reglas claras de juego, para exponer capitales con la certidumbre de que los negocios se garantizan en el marco de las leyes y la CPE.
Para alcanzar ese objetivo es preciso dialogar, negociar, proponer y trabajar de manera conjunta para mejorar los precios de nuestras exportaciones, dando valor agregado a nuestros productos y avanzar en la diversificación de nuestra producción, una tarea conjunta de Estado y Empresa, bajo coordinación de propósitos, en un clima saludable para las inversiones de ambos sectores con una visión de servicio comunitario, buenos réditos y oportunidades de mayor crecimiento con sostenibilidad compartida.
Algo que debe cuidarse en el proceso es que se eliminen las presiones tributarias, que se profundice un verdadero cambio para universalizar la responsabilidad impositiva de modo que no sean muy pocos los que cumplen con sus deberes y sean muchos los que evaden los impuestos. Reglas justas para negocios productivos.
Fuente: LA PATRIA
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