Las palabras de Jesús contrastan fuertemente con las que pronunciaban la mayorÃa de los condenados, muchas veces llenos de odio y resentimiento, maldiciendo a quienes les habÃan condenado y blasfemando contra Dios. Por el contrario Jesús muestra un corazón confiado en el Padre y al mismo tiempo compasivo y misericordioso frente a quienes lo han condenado, engañados por el diablo o mal informados por los enemigos de Jesús.
Pilato, el procurador de Judea, dándose cuenta de la inocencia de Jesús, quiso salvarle acudiendo a la estratagema de presentarlo totalmente flagelado para mover a la compasión al pueblo que pocos dÃas atrás lo habÃa aclamado como el Hijo de David, Pero, al no conseguirlo, lo condenó a la muerte de cruz, aceptando la acusación del SanedrÃn de que Jesús se habÃa proclamado "Rey de los JudÃos", negando asà la autoridad del Emperador.
Ya en la oración del Padre Nuestro que Jesús enseñó a sus discÃpulos aparece esa petición: "Perdónanos nuestras deudas asà como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores". "Si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas" (Mt .6:12-15). Jesús ya nos adelanta la sentencia que el Padre pronunciará en el juicio final, premiando o condenando a las personas que han sabido o no perdonar a sus deudores.
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